Mira que suelo ser detractor
de las feministas y quienes las apoyan, sólo hay que echar un vistazo a otros
artículos redactados y publicados por mí en este mismo blog para comprobarlo,
pero es que en algunas cosas (pocas, pero algunas) tienen razón, y si entras a
rebatir las más claras de éstas, y además con argumentos tan absurdos, lo único
que consigues es ponerte en ridículo y salpicarnos al resto de derechistas -fascistoides,
como éste palurdo-. Luego piensan que todos somos igual de idiotas.
Casi
todo su discurso es un puro disparate y acumulación de tonterías sin sentido
alguno si entras a considerarlas (es decir, en línea con el de su bienamado
führer, pero sin el talento de éste para la oratoria. Téngase en cuenta que el
del bigote ridículo parece ser que fue un gran orador, pero basaba la
efectividad de su discurso en el tono, no en su contenido. Gritaba,
gesticulaba, apelaba a lo más instintivo e irracional de las masas... y con
ello conseguía enardecerlas y que, una vez sumidas en el trance colectivo, interiorizasen
los absurdos que les vendía, no por lo que decía, sino por esa forma
extrapasional con que lo hacía. Pero a lo que voy a
referirme en estas líneas, es concretamente a las siguientes afirmaciones vertidas
por el bueno de Pedrito en su conferencia de hace tres días en la librería Europa.
“Una ideología dominante se iba imponiendo en la mentalidad de toda la
población. Una forma de pensar absolutamente destructiva. Primero, desenraizar las personas de su pasado, desenraizar al hombre y a la mujer,
con peleas artificialmente creadas, debido a la ideología de género. Una vez
enfrentados el hombre y la mujer en una batalla inenarrable, inexistente en
ninguna otra cultura en la historia de los pueblos, los niños han quedado sin
familia, y al quedarse sin familia, los niños han pasado a la tutela ideológica
del sistema. ¿Quién educa hoy a los niños? La tele, Internet, la ley de
ciudadanía impuesta forzosamente en los colegios?...”
Pedro Varela
Pedro Varela
Estoy OK en alguna de las
cosas que dice –por ejemplo, en eso de que se está forzando la guerra entre
sexos (que no género, por cierto), pero en lo de que en ninguna otra cultura
del pasado ha existido ésta, se ha lucido el Einstein este. Claro que no
existió: porque la mujer estaba silenciada y oprimida, totalmente sometida
legal y socialmente al hombre. No tenía apenas derechos, el que mandaba hasta
que se casaba era su padre (y hasta sus hermanos varones) y a partir de ahí el
marido, y ella a callar y obedecer lo que decidieran por ella. Por eso no había
guerra entre sexos. Vaya gilipollez de argumentación.
En lo demás, repito que
coincido en parte –tampoco en todo-, pero es que con ese defecto en su
argumentación, ya se lo ha puesto en bandeja a las feministas para que lo dejen
en ridículo y echen por tierra todo su discurso. Vaya un talento el de este
hombre. Se le nota de dónde viene. Mejor calladito.
Soy
derechista. Siempre lo ha sido y siempre lo seré, por convicción propia y con
base en muchos años de estudios, lecturas y reflexión interna, pero, por favor,
que nadie me confunda nunca con un esperpento como el tipejo éste. Pululo por foros
y grupos de derecha, y allí veo que esta confusión no se da sólo entre izquierdistas
y extraños, sino igualmente entre los propios simpatizantes de ésta -más
propiamente dicho, en el 70 u 80 %, gente que tan sólo cree serlo-. Lo primero
que habría que tener claro pues, es qué significa realmente ser de derechas (remito
al artículo en este mismo blog titulado “¿Qué es ser de derechas?” http://sentenzyablog.blogspot.com.es/2016/11/que-es-ser-de-derechas.html).
Y es que la fuerza de la derecha está llamada con el tiempo a ser también su
debilidad, y acabará pasándole factura. A saber, esa unidad que convierte a su
electorado en una amalgama en la que se mezcla todo lo que queda a la diestra
del PSOE, desde el centro derecha democristiano, hasta los extremistas
fascistas o neoliberales. Y claro, si metes en una misma casa monárquicos,
antimonárquicos, patriotas y nacionalistas españoles, ultracatólicos, procapitalistas
a los que e patriotismo se la trae al viento… al final la cosa tendrá que
romperse por algún lado y estallar por necesidad.