Se dice mucho de la flota inglesa, que fue la mejor desde que venció a la
Armada Invencible española en el siglo XVI y que nunca más perdió. Pero algo
que no se difunde es la historia del sitio de Cartagena de Indias, el mayor
fracaso naval de toda la historia. Tan vergonzoso que el rey George II prohibió
que los cronistas hicieran mención del suceso y que este hecho quede sepultado
en la Historia.
Fue tan grande la derrota inglesa y tales sus consecuencias en la armada naval
inglesa que a mi juicio influyó en la independencia de EE.UU., ya que se
destruyó gran parte del poder naval inglés del que no se recuperaron hasta
mucho después.
Los ingleses al mando del almirante Vernon con la segunda da mayor flota naval
de toda la historia (sólo por debajo del desembarco en Normandia en la Segunda
Guerra Mundial) con 186 buques de guerra y 29 mil hombres (algunas fuentes
dicen 31400) pretendieron invadir el mayor puerto comercial del Virreynato de
Nueva Granada por donde salían todos los tesoros de Sudamerica y el oro del
Perú hacia España, esto en el año de 1741.Algo así habría sido la flota
inglesa.
Pero todo comenzó por la llamada
"Guerra de la oreja de Jenkins", nombrada así por un incidente cerca
de la costa de Florida cuando un capitán español, Juan León Fandiño, interceptó
un barco inglés, el Rebbeca, al mando de Robert Jenkins y le hizo cortar a éste
una oreja; después de lo cual le liberó con este insolente mensaje: "Ve y
dile a tu Rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve". Este suceso
enardeció a la opinión pública inglesa y dio lugar a que su Gobierno, presidido
por su Primer Ministro Mr. Walpole, declarara la guerra a España presionado por
comerciantes de la City que apetecían la conquista de nuevos mercados.
Los ingleses fueron con 186 buques, 29
mil hombres, 2600 piezas de artillería al mando del almirante Edward Vernon,
contra 3 mil soldados hispanoamericanos, 600 arqueros indígenas y 6 barcos al
mando del teniente general español Blas de Lezo.Vernon seguro de su victoria escribió una carta antes de la batalla, diciendo que
habían triunfado, cosa que en Inglaterra lo creyeron y festejaron tanto que
hasta monedas se acuñaron con la efigie del gran héroe Vernon. Pero grande fue
su humillación cuando regresó a Inglaterra con la mitad de los hombres y con su
flota hecha trizas.
Los primeros buques enemigos fueron
avistados el 13 de Marzo de 1741 a las nueve de la mañana. La plaza, defendida
por el virrey Sebastián de Eslava en persona, tenía de comandante a Blas de
Lezo. Para el día 15 toda la flota enemiga se había desplegado en plan de
cerco. Al comienzo se notó la superioridad británica y fáciles acciones les
permitieron adueñarse de los alrededores de la ciudad fortificada. Pero la
ferrea defensa de los hispanos desde sus castillos y fuertes hizo que los
ingleses no pudieran pasar. Vernon intentó muchos asaltos, incluso adentrando
miles de soldados ingleses por la selva para rodear con infantería los fuertes
pero igual fueron repelidos, para esto se contagiaron de malaria y las bajas
inglesas continuaban.
Vernon no tuvo más remedio que retirarse
a los barcos. Ordenó durante treinta días más un continuo cañoneo, ya que
todavía no aceptaban la derrota. Sin embargo, las enfermedades y la escasez de
provisiones empezaban a hacer mella en lo que quedaba de tropa. Finalmente, el
Alto Mando inglés ordena la retirada, de forma lenta y sin cesar de cañonear.
Las últimas naves partieron el 20 de Mayo. Tuvieron que incendiar cinco de
ellas por falta de tripulación.
Los ingleses tuvieron bajas de 10 mil muertos y 7500 mutilados y heridos muchos
de los cuales murieron en el camino de regreso. Mientras del lado hispano
tuvieron 800 muertos y 1200 heridos.
Esta derrota es hasta ahora la máxima
humillación que han tenido los ingleses en toda su historia naval, que los
debilitó tanto que se aseguró el dominio hispano de los mares por varias
decadas más y demostró el poder y resistencia de los Virreynatos
hispanoamericanos.
* Artículo tomado del grupo Facebook HISTORIA UNIVERSAL (Edad antigua, media, moderna y contemporánea).
En
los últimos días ha tenido lugar la elección en primarias del nuevo Secretario
General del PSOE. La cosa ha supuesto un notable revuelo, pues no voy a
exagerar si digo que casi todos dábamos por hecho que Susana Díaz acabaría imponiéndose
a Pedro Sánchez. No obstante, a estas alturas ya todos lo sabemos, hubo
sorpresa y ha sido éste segundo el que ha acabado llevándose el gato al agua.
¿Qué
significa ello? Sinceramente, pienso que ni él ni la sevillana podrían suponer
algo positivo para el país. Los romanos manejaban el concepto de la auctóritas, que venía a ser el
reconocimiento que, sin ostentar ningún título que lo sustente y en abstracto,
se reconocía a determinadas personas de
notable influencia en la sociedad y política romana, cuya opinión todo el mundo
acataba con respeto. Susana era la candidata de los que detentan la auctóritas entre los del puño y la rosa.
Los pesos pesados de la casa. Felipe González, Alfonso Guerra, Zapatero… Quizá
eso le hizo mucho más daño que bien, en contra de lo que ella pensaba. Tras
décadas de escándalos en las filas socialistas que salpicaron hasta las más
altas instancias de las mismas, el PSOE perdió credibilidad como partido de
izquierdas, propiciando así la aparición de Podemos.
Al alinearse junto a ella, Susana se consolidó como la candidata de la
continuidad, lo cual le pudo ganar el
apoyo de los dirigentes, pero le costó el de una militancia que buscaba un
cambio. Por cierto, cabría plantearse por qué era así. ¿Por qué los que
manejaron antes el destino del partido apostaron, todos y sin faltar uno, por
ella? ¿Qué es lo que a ellos les iba en la cosa para involucrarse tan
decididamente en su causa? Uno lo piensa y, lo único que le viene a la cabeza,
es la posibilidad (¿posibilidad?) de que, tras la organización interna del
partido, existan ciertos intereses con su propio organigrama trazado (ustedes
ya me entienden, al PP le están saliendo a la luz últimamente bastantes manifestaciones
del suyo propio), en el cual resulta imprescindible cierta previsión y contar
en los puestos decisivos con gente al tanto y participadora del mismo. Un
candidato que rompe la baraja y saca los pies del tiesto desobedeciendo a los
mandamases reales del partido, incontrolable por éstos, resultaría una amenaza
para el orden establecido que todos los participantes en éste se aprestarían a
combatir. Ahí lo dejo.
Pedro
Sánchez por su parte, ha sabido jugar la carta del Dr No, que le ha llovido del
cielo. Ante el electorado de izquierda, se ha presentado como el detentador de
los valores reales y originales del PSOE, que fueron traicionados Susana y los
suyos al posibilitar un gobierno del PP. El izquierdista honesto, íntegro, que
no se prestó a ello y se mantuvo firme ante mamoneos tales, hasta que un golpe
de estado le arrebató injustamente el mando y entregó el timón a los traidores.
En realidad no había nada de eso. El hombre
sabía que se lo jugaba todo. Era ahora o nunca. O salía elegido presidente, o
su carrera política había acabado. De hecho, los de la auctóritas lo colocaron en su puesto como entretenimiento en tanto
se preparaba y ultimaba el advenimiento de Susana Díaz, la gran esperanza del
partido en aquellos momentos. Algo transitorio, todos lo tenían claro. Por eso
Pedro se negó a dimitir y, a última hora, estaba dispuesto a estudiar todo tipo
de pactos posibles, salvo el que tuviera por socio al PP. Siendo la segunda
fuerza más votada, aunque a mucha distancia de los populares, cualquier acuerdo
con cualquiera de las fuerzas restantes debía otorgarle a él la presidencia. El
trato con los de la gaviota en cambio, dado que Rajoy tenía más votos que él,
se la daba a éste. Por eso estaba dispuesto a pactar con quien fuera menos con
el PP, no por ningún sentimiento de integridad izquierdista, que de eso ya
hemos visto que hay poco cuando la afirmación de ser ellos un partido de siniestra,
como bien observó Julio Anguita en una entrevista hace poco, no se vio acompañada
de propuestas concretas de política izquierdista. Lo que viene siendo un
brindis al sol, vamos.
Pedro
fue por tanto el candidato populista, frente a la candidata de los señores del
partido. La única opción con ciertos visos de honestidad, me pareció la de
Patxi López, pero claro, ésta no tenía visos reales de conseguir nada. ¿Con el
apoyo de quién contaba? ¿El portavoz de quién era él? El pobre estaba vendido,
llamado a, en el mejor de los casos, actuar como bisagra que aperturara la
puerta en una u otra dirección.
El
mensaje de Sánchez sin embargo, caló entre los militantes socialistas que
habían quedado en el partido convencidos de sus valores de izquierdas. Los que
no pasaron a Podemos defraudados,
restaron desencantados a la espera de que apareciera un nuevo líder que
defendiera de forma creíble ese espíritu, y el no es no dePedro y la
traición susanista encumbró a éste como ese héroe que necesitaban, el mesías
que podría devolver al partido su grandeza de antaño. En fin…
El
caso es que Pedro Sánchez, que hace tan sólo unos meses languidecía degradado a
mero cadáver político en proceso de putrefacción, ha resucitado contra todo
pronóstico, y la resurrección le ha otorgado una fuerza que nunca tuvo en su
anterior andadura terrenal. En efecto, desde la debacle socialista causada por
el movimiento Indignados-15M, el PSOE
había perdido la poca credibilidad que le restara hasta entones como propuesta
de izquierda a favor de Podemos.
Ahora sin embargo, con esta afortunada (para él) combinación de factores, Pedro
a reemergido como el héroe que el partido necesitaba en opinión de las bases, y
eso puede conseguir que vuelvan muchos de los votos fugados a la formación
liderada por Pablo Iglesias.
Hace
algunas meses firmé esta frase lapidaria: “Pablo Iglesias fundó el PSOE y Pablo
Iglesias lo remató”. Ahora las cosas ya no están tan claras. Desde luego, el
socialismo internacional ha entrado en crisis –obsérvense los casos de Francia
y Alemania- y pareciera que nos encontramos en un punto de inflexión, a las
puertas de una nueva época en que cambiarán muchas cosas. La desaparición del Partido
Socialista como tal semejaba una de esas posibilidades, pero el resurgimiento
de Pedro Sánchez, cuanto menos, va a suponer un balón de oxígeno para éste, que
así ganará algo de tiempo. Si ello les valdrá para asegurar su supervivencia,
el futuro a medio plazo lo dirá.
Hace
días que quería escribir un artículo sobre este tema, que seguro molestará a
muchos de los lectores que, teniendo un pensamiento de derechas como yo,
pasen la vista por sus líneas. La cuestión, como casi todo, debe abordarse con
actitud crítica y objetiva en la medida de lo posible, ausente de
apasionamientos. Haciéndolo así, se llega infaliblemente a la respuesta de que sí, los restos de Franco deberían salir de
allí. Y ello con base en dos fundamentos, ambos igualmente válidos y
comprensibles para cualquier derechista que, aun siéndolo, opine desde la razón
y la intelectualidad, y no el prejuicio o la pasión.
El
primer argumento sería el de la justicia. No soy antifranquista. Lo siento,
pero uno se cansa de hacer el primo. De ir por la vida con espíritu de justa
autocrítica, reconociendo los crímenes y atrocidades cometidos por los regímenes
de ultraderecha (mal llamados así, habría que decir, pues en realidad los
fascismos tenían tanto de ésta como de extrema izquierda. Otro día hablaremos
de ello), paraque luego, cuando les
tocaría hacer lo propio a los izquierdistas y uno esperaría que, en
correspondencia, lo hicieran, te salgan con la canción de las luces y las sombras
del coleta, la Bescansa y compañia, e incluso dedicando sentidos homenajes y
despedidas a represores y asesinos como Fidel Castro. Cansa. Si el viejo chivo
tenía sus cosas buenas y sus cosas malas, entonces el tío Paco también, que los
represaliados y muertos por las dictaduras de izquierdas no eran menos dignos
que los de las de derechas, y además fueron muchísimos más. Así a bote pronto,
uno calcula que no debieron pasar de diez o doce millones incluyendo el
Holocausto –lo cual ya es una atrocidad-las víctimas de la diestra, por los más de cien millones reconocidos de
la siniestra.
Mi
abuelo fue ejecutado por los rojos. No fue un político, ni un soldado, ni un
pensador influyente… tan sólo un trabajador con ideas derechistas que tuvo la
mala fortuna de vivir en la zona bajo dominio del bando equivocado. Tan sólo por
eso, una noche fueron a buscarlo los partisanos para darle el “paseíllo”,
acabando con su andadura por este mundo de un tiro en la nuca (supongo que fue
ahí donde se lo dieron, mi padre nunca aclaró ese detalle ni a mí se me ocurrió
preguntarle). Era una persona humilde, que se ganaba la vida con un pequeño
negocio de confección de redes de pesca en Santa Pola, con el cual alimentaba a
una familia de seis miembros: él, mi abuela y sus seis hijos, el menor de los
cuales acabó pereciendo también a consecuencia del estado de necesidad y
desamparo en que quedaron. Todo ello porque a los del supuesto bando de los
buenos, no les gustaba la forma de pensar del padre de mi padre. Tan sólo por
eso.
Yo
no soportaría la idea de ver enterrado a mi abuelo en un eventual monumento con
el que se homenajeara a Carrillo o la repugnante Pasionaria. Sería capaz de
hacerlo saltar por los aires con una bomba. Es de suponer que los familiares de
los caídos por la República (por Stalin más bien, pero OK, dejaremos eso
también para otro día), que además no todos ellos fueron criminales ni malas
personas, obviamente, y fueron enterrados allí sin el permiso de aquéllas,
piensen de una forma similar. Podría decirme alguien que el Valle de los Caídos
fue erigido en conmemoración de todas las víctimas de la Guerra Civil, pero,
precisamente, para que ello sea cierto, no puede ensalzarse en él la tumba y
figura del líder de una de las facciones, o bien habría que colocar al lado de
la del Generalísimo y con los mismos honores y protagonismo, la del asesino de
Paracuellos o algún otro dirigente rojo de similar relevancia. Algo que a mí
también me asquearía a nivel personal, es evidente. Así que, para conciliar y
respetar la memoria de todos los allí enterrados, no queda más remedio que
sacar los restos de Franco para darles más adecuada sepultura en otro lugar.
Por
otro lado, está también el argumento del pragmatismo. Seamos realistas: esos
huesos van a salir de allí antes o después. Es sólo cuestión de tiempo, las
rabietas y pataletas de mucha gente de derechas no lo va a evitar. Tarde o
temprano, la izquierda volverá a gobernar en España, y entonces, con todos los
resortes de nuevo en su mano (Administración, Cortes, TS… ¿Alguien seguía
creyendo en la separación de poderes en España? ¡Despierten! Ya sentenció
Alfonso Guerra hace camino de cuarenta años: “Montesquieu ha muerto”), dictará
la orden. Sino lo hace en la primera
legislatura en que retome el cetro, será en la segunda y sino en la tercera. Su
electorado se lo exige, y para seguir contando con éste, no tendrán más remedio
que concedérselo, máxime cuando hoy se muestran tan batalladores y reivindicativos
con en el gobierno del PP en lo que a este tema se refiere. ¿Por qué pues darle
a la izquierda la satisfacciónsacar de
allí esos restos en contra de nuestra oposición, dándonos en las narices y
regodeándose en las redes sociales? ¿No sería más práctico hacerlo ahora por
propia voluntad, para trasladarlos con dignidad y los honores que quieran
dárseles al sitio que elija la familia?
Lo
de Primo de Rivera es otro cantar. José Antonio sí fue una víctima más de la
guerra. El debate, en su caso, debería gravitar en torno a la cuestión de su
ubicación dentro del monumento, no a la pertinencia de la presencia de sus restos
en éste.
Ahora
triunfa la moda giliprogre que ensalza la lengua de los naturales de la pérfida
Albión. Vemos muchos spots terminados
con una cada vez más frecuente coletilla en inglés, absurda y sin venir a
cuento, tan sólo porque parece que así mola más y queda más fardona la cosa (“my water, my life”, “conecting people”, “Mazda,
drive together”…¡toma yaaa!), o incluso enteramente hablados en ese idioma,
aunque anuncien un perfume de una diseñadora de un país castellano-parlante
(Carolina Herrera); pedimos que nuestros niños salgan del instituto hablándolo
correctamente y nos indignamos porque nuestros políticos no lo hacen, ni
digamos ya del relaxing cup of café
con leche de la Botella; muy convencidos todos de que para ser alguien hoy en
día hay que dominar la lengua de Shakespeare y de que no podremos competir como
país hasta que nuestra población no lo haga normalmente, como hace la alemana,
la italiana, la noruega…
Vamos
a ver, retrasados mentales: ¿alguien ha visto alguna vez a un político francés
hablando en inglés? Ni se les pasa por la cabeza. Al que se le ocurriera
hacerlo, cavaría su tumba política. Y su población es la que tiene el nivel más
bajo de pitinglish en la Europa Occidental (sí, sí. Más incluso que nosotros).
Allí la gente se niega por sistema a hablarlo en defensa de su propio idioma,
concienciados de que éste y aquel son y han sido desde hace mucho rivales -por
favor, que no me salga nadie con aquello de “¿ah,
sí? Pues yo estuve de vacaciones en Francia y nos atendieron en perfecto inglés”.
Claro. Y aquí también lo harán. Los establecimientos y negocios orientados al
turismo o que tratan habitualmente con extranjeros, procuran tener trabajadores
que dominen el inglés para atender a sus clientes-. Y sin embargo, Francia es
la sexta potencia económica mundial. No parece pues que haya incompatibilidad
entre ello y el desconocimiento del inglés.
Los
hispanoparlantes son países emergentes. México es ya la decimoquinta potencia
económica mundial y no tardará en adelantar a España misma, que con Rajoy
parece haberse estabilizado en la decimosegunda posición (con Aznar llegamos a
ser la octava). Argentina tardará algo más, pero también está llamada a ocupar
uno de los puestos privilegiados. La comunidad hispanoamericana en general, es
riquísima en recursos naturales y humanos, y ello se traducirá a lo largo del
presente siglo en una escalada en el ranking.
El mercado hispano-parlante está llamado a ser uno de los más potentes del
mundo, más que el anglosajón, y el que quiera actuar en él tendrá que hablar
castellano. Es decir, salvo que antes los hispanos hayan aprendido a hablar inglés, pues siendo así y pudiendo manejarse
en esta lengua, que ya dominan casi todos los actores internacionales (hablamos
de mercado, no de cine), ¿para qué iba nadie a molestarse en aprender a hablar
un lengua tan complicada como el español (la de los británicos es mucho más
sencillo), cuando puede comunicarse en esta última, como hacen ya en sus
relaciones con alemanes, italianos, noruegos…?
En
Francia fue motivo de polémica la elección del cantante Sébastien Tellier con
tema en inglés para actuar en nombre de Francia en Eurovisión, hasta el punto
de llegar el diputado conservador François-Michel Gonnot a pedir explicaciones
a la ministra de Cultura al respecto, afirmando que tal designación “conmociona a muchos ciudadanos que no entienden por qué
Francia abandona la defensa de su idioma ante cientos de miles de
espectadores”. Admiro y envidio a los galos por su compromiso de defensa con su
idioma. Aquí nadie pide cuentas por estas cosas. Los españoles deberíamos
aprender de ellos, negándonos a aprender inglés por sistema y, desde
luego, exigir que nuestros políticos no lo hablen y en sus relaciones
internacionales hagan valer el idioma de Cervantes. Igualmente, impedir que
ningún cantamañanas como este Manel Navarro represente a nuestro país cantando
en el de los guiris, afecte ello a la letra de la canción entera, como el año
pasado, o sólo en parte, como éste . Quien necesite hablarlo o prevea que lo
vaya a necesitar lo aprenda (de hecho, es uno de los que yo mismohablo), pero no podemos permitir que sea la
tónica dominante en nuestra población su conocimiento.
Muy bueno y fino el vídeo de Zooropína. Muy bien
traída la letra. Esta chica tiene talento. No es el tipo de cosas que suelo
publicar en mi blog, pero la entendí que la excepción valía la pena.
La
polémica está ahí otra vez, reavivada en esta ocasión por la
propuesta de Ganemos Jerez, apoyada por PSOE e IU, presentada
con el objetivo de solicitar a la empresa Dorna Sport en orden a que "en
todas las pruebas que organiza en la localidad, elimine las prácticas en las
que se utiliza el cuerpo de la mujer como adorno y reclamo", a fin de
combatir lo que ellos entienden como cosificación de ésta. ¿Realmente es así? La cuestión requiere de un análisis crítico y
racional, enteramente ausente de prejuicios y apasionamientos. Es decir, justo
lo contrario de lo que pueden ofrecer los sectores feministas o incluso las
últimas reminiscencias del machismo que, por increíble que parezca, todavía
subsisten a las puertas de la Era Espacial (por favor, que no me salga nadie con
la cantinela aquella de que feminismo no es lo contrario de machismo, sino la
defensa de la igualdad entre sexos, que la letra me la conozco bien y resulta
encomiable en su anhelo literal, pero al cantarla sus autoras desafinan. Otro
día dedicaremos un artículo a este asunto en concreto). No resulta tan sencillo
ello como pudiera parecer. Vivimos un momento en el cual la corrección política
es la vara con que se mide a nuestros políticos, y una salida del guión
establecido puede suponer el fin de la carrera del responsable o la pérdida de
muchos miles de votos. El electorado feminista supone un importante número de
éstos. Los partidos de izquierda le bailan el agua –al igual que la derecha
hace lo propio y por idéntico motivo al católico- y sus rivales a la diestra no
se atreven a contrariar muchos de sus postulados, por absurdos que resulten a
veces, por miedo a ser tachados de machistas, detractores de la libertad de la
mujer, etc. En fin, vayamos a lo que nos ocupa.
Los
sexos, hombre y mujer, no son iguales, por más que así intenten vendérnoslo a
menudo. Esa es una verdad que las propias feministas reconocen, pero tan sólo
nominalmente o en cuanto les interesa. Uno de los aspectos en el cual la
ignoran sistemáticamente, es el de la sensualidad y el erotismo. En la gran
mayoría de especies del reino animal, incluidos los mamíferos y, concretamente,
nuestro Orden, los primates, el poder de atracción sexual de la hembra resulta
muy superior al del macho. Sólo hay que echar un vistazo a lo que ocurre cuando
una gata o perra se encuentra en celo. Sus congéneres del otro sexo se vuelven
locos y entran en un estado de frenesí en el cual llegan a perder toda
prudencia y no prestan atención a otra cosa. No existe una reacción equivalente
en ellas, que jamás sienten una atracción tan pasional, inmediata e
irresistible.
En
ello hay que buscar la base de este asunto que hoy nos ocupa. No se trata de
una construcción de género, como pretenden vender los feminismos, sino de una
pauta de comportamiento sexual totalmente natural. La naturaleza, que suele ser
sabia, decidió dividir los poderes como en su momento hiciera el conde de
Montesquieu, otorgando al macho el de la potencia física y la hembra el del
celo. Por ello, lasmarcas de los
varones son superiores a las mujeres en casi cualquier disciplina deportiva
–salvo aquellas que no impliquen una competición decisiva de fuerza,
resistencia, etc-, mientras que ellas destacan muy por encima de ellos en
aquellas actividades que tienen que ver con la sensualidad, la belleza y el
erotismo (modelaje, iconografía erótica en general…). Alguien me diría,
llegados a este punto, seguro, que también las mujeres sienten atracción sexual
(“¿qué me dices del fenómeno fans, mucho más poderoso entre ellas que entre
ellos?”) y que también hay modelos y guaperas entre ellos. Claro. Igual que
también hay mujeres extraordinariamente fuertes, grandes… En cuanto a lo
segundo (sex-symbols masculinos), haberlos haylos, por supuesto, pero sólo hay
que fijarse en su número e influencia en la cultura y mentalidad colectiva para
responder a esta cuestión. Claudia Schiffer, Cindy Crowford, Naomi Campbell,
Gisele Bundchen, Heidi Klum, Adriana Lima… ¿Cuántos nombres de modelos varones
se han instalado en la mentalidad colectiva occidental como esos? Si bien no
exactamente lo mismo, algo parecido podemos decir de los actores. Marilyn, Ava
Gardner, Rita Hayrwort, Brigitte Bardott, Rachel Welch, Grace Kelly, Liz
Taylor… Bo Derek, Kim Basinger, Julia Roberts, Brooke Shields, Sharon Stone… Angelina
Jolie, Scarlett Johanson, Hale Berry, Penélope Cruz, Charlize Theron… Sabrina,
Marta Sánchez, Samantha Fox, Beyonce, Rihanna, Jennifer López… También hay
nombres masculinos junto a esos (Clark Gable, Paul Newman, Robert Redford… Brad
Pitt, George Clooney…), pero podríamos citar, a bote pronto y sin esforzarnos,
al menos cuatro o cinco de féminas por cada varón, con mucha más repercusión
socio-cultural y permanencia en el tiempo además.
Y
aquí llegamos adonde íbamos. Las feministas se quejan, entre otras cosas, de
que en las competiciones se contratan azafatas para ser exhibidas y no azafatos
(hasta el nombre suena ridículo), entendiendo que ello supone ofensa para las
mujeres y una discriminación. En cuando a esto segundo, nada más lejos de la
realidad. Si entendemos que estas chicas son contratadas por el reclamo que
ejercen en el público masculino, que es el que mayoritariamente sigue este tipo
de deportes en que, por lo general, se recurre a ellas (motor, ciclismo…), y
teniendo en cuenta lo explicado en los párrafos anteriores, es claro que ellos
no resultan tan útiles al fin pretendido. No hay discriminación cuando se
recurre a personas de un sexo porque las del contrario no resultan ideales para
ello.Es lo mismo que cuando se prefiere
hombres a mujeres para realizar trabajos que requieren fuerza y resistencia
física (cargador de muebles para mudanzas, albañil…). De hecho y analizada
adecuadamente la cosa, son las feministas las que están discriminando a las
mujeres, pues condenan la realización por parte de éstas de tareas para las
cuales están mejor dotadas que los hombres, mientras que nadie protesta cuando son
los varones hacen lo propio con aquellas otras en las cuales resultan
superiores.
No
hay trato desigual no justificado pues. El empresario tan sólo contrata a
quien, por sus características, mejor puede cumplir la función en cuestión. En
cuanto a lo ofensivo del asunto, muchas de estas mismas chicas han elevado su
voz para hacer saber que no se sienten ofendidas y atacar estas iniciativas por
considerar que vienen a quitarles su trabajo. Las/os feministas se defienden
argumentando que les ocurre lo mismo que a las mujeres musulmanas que
interiorizan y asumen como correcta la imposición de uso del burka o el hiyab.
Ellas también han interiorizado las imposiciones del hetereopatriarcado sin
darse cuenta. Por supuesto. Lo que sea menos admitir que también ellas/os
pueden estar equivocados. Quien no es feminista, con todo lo que ello implica
(ideología izquierdista, defensa del aborto libre, antagonismo clerical…), es
porque, consciente o inconscientemente, es machista y sigue los dictados de
aquél. Esa es la forma de pensar de esta gente tan “defensora” de la democracia
y la libertad de pensamiento y expresión. Quizá lo que deberían hacer las
feministas es predicar más con el ejemplo. Aceptar que su opinión es tan sólo
una más de las que admite una democracia, y que pueden existir otras diferentes
dentro de ésta que sean tan válidas y respetuosas con ella como las suyas; así
como que hay mujeres que opinan de manera diferente a ellas y no por ello tienen
que estar sometidas al lavado de cerebro del hetereopatriarcado (vaya tela el
palabro)
Dicho
esto no obstante, hay que afirmar también que cierto significado asociado a la
función de estas chicas, sí podría entenderse ofensivo hoy día. En efecto, estas
celebraciones de victoria con chicas guapísimas (varias, porque además son
mínimo dos, una para cada brazo, como Dios manda) besando y abrazando al machote
ganador, son herencia directa de los homenajes dispensados a los gladiadores,
generales, etc vencedores en la Antigüedad, a los cuales se recompensaba con
las más bellas vírgenes, esclavas del harén imperial, etc, al más puro estilo
del spot del perfume Invictus de Paco Rabanne. Eso sí resulta cosificador y
ofensivo. Las mujeres no pueden seguir considerándose “trofeos” para el ganador
hoy en día. No hay discriminación en contratar hermosas azafatas para que
amenicen el evento con su belleza y sensualidad, igual que no la hay en
contratar fornidos mozos para realizar el traslado de muebles en una mudanza.
Ahí no hay ofensa, tan sólo aprovechamiento de ciertas características
inherentes a un determinado sexo, más desarrolladas en algunos individuos
dentro de éste que en otros. Las muchachas pueden dar la salida de la carrera,
pasar los carteles, etc sin problema, pero, quizá, la celebración del vencedor
con entrega de flores entre besos y abrazos de ellas sí está fuera de lugar. El
premio al Aquiles de hoy no puede seguir siendo la bella
Briseida.
Por
otro lado, también hay que darle la razón a las feministas al hacerse eco de la
reclamación de una de estas chavalas, que se quejaba por el hecho de haber sido
obligadas a trabajar con minifalda y en ropa de verano en un ambiente gélido,
con súbita e imprevista caída de las temperaturas. Lo que no es de recibo, no
es de recibo. El trabajo debe realizarse en unas condiciones dignas y
respetuosas con los derechos de los trabajadores, a los cuales no se les puede
exigir exponer su salud si expresamente no venía establecido en el contrato que
esa era una de sus funciones (como ocurre con los probadores de medicinas
experimentales, por ejemplo).
Antes
de cerrar el artículo, haré una referencia a la periodista Elisa Beni, a la
cual escuché argumentar el otro día en un programa de televisión, al hilo del
asunto que nos ocupa, que la libertad del individuo, garantizada
constitucionalmente, no puede amparar estas cosas, igual que no ampara las
violaciones, injurias, etc. Sinceramente, creo que he escuchado a poca gente
decir tantas tonterías como a esta mujer. Así, a bote pronto, ni siquiera la
fenecida Mª Antonia Iglesia recuerdo que firmara tantos disparates y absurdos.
A ver, Elisa, alma de cántaro, claro que la
libertad debe tener ciertos límites. En concreto, los bienes jurídicos de los
demás, protegidos por nuestro ordenamiento. Siempre que no entre en conflicto
con esto, cada cual puede hacer con su cuerpo lo que quiera, sin que nadie pueda
prohibírselo por sentir subjetivamente ofendidas sus convicciones ideológicas.
Los límites impuestos legalmente actúan para proteger ofensas objetivas, no
para salvaguardar la fina piel de las feministas. Al final es lo de siempre: la
izquierda es defensora de la libertad, sí, pero ojo, libertad para hacer lo que
a la izquierda le guste o no le moleste. Sólo para eso. Si no es así,
comenzamos a pasar de Trotsky a Stalin.