A cierto sector de la derecha española
(no toda ésta es monárquica, a pesar de lo que quieran o gusten pensar éste y
la izquierda) se le ve mucho el plumero. Hace algunas semanas publiqué en este
mismo blog un artículo criticando el hecho de que España enviara a un
representante a eurovisión cantando en inglés, siendo éste muy celebrado y
aplaudido (“Nuevamente España última en Eurovisión y yo me alegro. No al empleo
del inglés por representantes políticos y artísticos españoles” http://sentenzyablog.blogspot.com.es/2017/05/nuevamente-espana-ultima-en-eurovision.html).
Cientos de respuestas en los diferentes grupos de derechas de que soy miembro dándome
la razón y condenando a los responsables de la decisión. No recuerdo ni una
sóla mostrando disconformidad, todas fueron a favor del viento. Esta semana en
cambio, volví a publicar un comentario en el mismo sentido, pero con el Rey
vigente como protagonista en lugar de un artista, y fíjate tú por dónde y arte
de birli y birloque, la cosa ha cambiado drásticamente. Ha habido
coincidentes como aquella vez, pero muchísimos que salieron en decidida
defensa de Felipe y/u ofensa del que escribe también, aludiendo que está muy
bien eso de que hable inglés. Él sí: los otros no. O eso, o todos esos que
piensan que no hay nada malo en que un representante patrio se exprese en el
idioma rival, casualmente, no entraron a los grupos en que publiqué aquel
artículo –que son los mismos en los que subí el comentario sobre el monarca
posterior- en esos días-. Ninguno de ellos. Y el caso es que creo que hasta me
suenan entre los nicks
que entraron a defender a éste varios de los que me dieron la razón
entonces, pero claro, también pudieron ser hackers que accedieron a su cuenta o
trolls que las doblaron. La invasión de los clones y todo eso. Por supuesto.
Al parecer esta gente sigue viviendo en
la Edad Media, con sus relaciones de vasallaje y demás costumbres de la época.
El Rey, como decíamos de niños cuando jugábamos, “es de azúcar”. Con él “no se
vale”. Aunque le pillen, él nunca paga. Haga lo que haga, bien hecho estará. Si
se defeca en su cabeza, te dirán que no les ha cagado encima; les ha
dignificado coronándolos con Deposición Real.
Hay que ser honesto. No puede valer eso
de que las cosas están mal cuando las hacen los de enfrente, pero no cuando las
hacen los tuyod. No, porque entonces seríamos como los hipócritas podemitas,
comunistas, socialistas… para quienes las cosas son aprobables o reprobables
según quién sea su autor, la izquierda o la derecha. Franco fue un asesino, un
represor, un dictador brutal… Su política social (fue él quien trajo a España
la Seguridad Social, la VPO…) no lo disculpa. Fidel Castro en cambio, “tuvo sus
luces y sus sombras” ´-las mismas que el Generalísimo exactamente, pero su caso
es distinto: el cubano era de izquierdas), como dijeran Pablo Iglesias y
Carolina Bescansa con ocasión de su fallecimiento. Otros correligionarios suyos
lo homenajearon directamente. Por ejemplo.
El
tema de la batalla del idioma hay que entenderlo. La gente no lo hace. Hoy
suena muy bien eso de que el inglés es el idioma internacional y que, si
queremos ser alguien en el mundo, hay que hablarlo. Es vergonzoso que seamos uno
de los países europeos con menor dominio de éste. Ni sus representantes. Una
vergüenza. Hay que ponerse las pilas, exigirle a nuestros chavales que lo
aprendan y a nuestros políticos que lo hablen fluidamente. Y OJO, pronunciando
bien, ¿eh? Que quedamos en ridículo con cosas como el relaxing cup of café con leche de la Botella. Tenemos que ser los
más guays entre los guays. Los que ofrezcamos el culo en la postura más cómoda
(para el que tiene que venir por detrás, entiéndase. Nosotros no importamos).
Uno
ya está bastante harto de tanta payasada giliprogre. Sentirse orgulloso de ser
español, de nuestros logros históricos y el legado cultural de nuestra nación,
etc, es de fascistas. En Francia nadie aprende ni habla inglés si no está
obligado a ello. Se niegan a hacerlo por sistema en defensa de su propio
idioma, que es rival de aquél. Hace algunos años los vecinos enviaron a un
artista cantando en la lengua de la Pérfida Albión a Eurovisión, y el asunto
provocó un escándalo nacional, llegando la airada reacción de los ciudadanos y
la clase política hasta el Parlamento galo (http://www.eurovision-spain.com/iphp/noticia.php?numero=4296).
Llegados a este punto, siempre sale alguien con aquello de: “pues yo estuve de
vacaciones en Francia y nos atendieron en perfecto inglés”. Claro. Y a los
turistas que vienen a España también. Los negocios orientados al turismo exigen
a sus empleados el dominio de ese idioma. Yo mismo aprendí a hablarlo por mi dedicación profesional -así como el ruso y el catalán-valenciano por mi origen-, pero sólo lo empleo cuando no queda más remedio y nunca lo haría actuando en representación de España. El que quiera tratar con nuestro país, que aprenda español, y sino traducción simultánea. Basta ya de ser complacientes y servilismos.
El
caso es que la población francesa (en general, más allá de quienes`por
obligación, repito, tengan que hacerlo), se niega a aprender y hablar inglés
por sistema. Y no les va mal. Son una de las primeras potencias mundiales, lo
cual demuestra que es falso eso de que haya que dominarlo para crecer
internacionalmente. Y además han conseguido que su lengua sea cooficial, junto
al inglés, en la ONU, la UE, Eurovisión, etc, así como el reconocimiento de
lengua protocolaria. Todo ello teniendo muchos menos hablantes que el español,
que es la segunda lengua más hablada del mundo en estos momentos. Por poco
tiempo más. Para 2050 está previsto que
hayan alcanzado la cifra de 750 millones de hablantes, superándonos con creces.
Si siendo muchos menos nos han ganado la partida, cuando sean muchos más nos
avasallarán. Y nos lo mereceremos. Por lameculos y tendencia al vasallaje,
poniendo el culo y pidiendo perdón por dar la espalda al hacerlo.
El
del idioma es otro de esos temas en el cual se ha impuesto la censura
izquierdista, pues, precisamente, fue uno de los principales caballos de
batalla franquista. En los años de este régimen, los españoles reclamamos
nuestro lugar en el mundo apelando a nuestra influencia en la historia y
cultura occidental. El mundo no sería lo que es hoy si la Hispanidad no hubiera
tenido en él el papel que tuvo. El Descubrimiento de América fue el hito más
grande desde el Neolítico, que no encontraría parangón en el futuro hasta la
llegada del hombre a la Luna. El papel que España tuvo en la formación del
mundo actual ha quedado plasmado en la comunidad hispanoparlante, que otorga a ésta
un lugar de primer orden en este, con una influencia cultural y social de lo
hispano enorme.
Franco y su
gobierno supieron verlo y apostaron por el estrechamiento de lazos con aquellos
países. La celebración del doce de octubre (día del Descubrimiento) como
Fiesta de la
Raza Española, había sido propuesta en
1913 por
Faustino Rodríguez-San Pedro desde la
organización
Unión Ibero-Americana, y en
1918 alcanzó en España el
rango de
fiesta nacional con esa denominación. Más tarde
ya, en
1931,
Ramiro de Maeztu, que había sido
embajador
de España en
Argentina
en
1928
y
1929,
abrió la revista
Acción Española con un artículo titulado
"La Hispanidad", que se inicia así:
“El 12 de octubre, mal titulado el
Día de la Raza, deberá ser en lo sucesivo
el
Día de la Hispanidad”, y en
1935 ya fue celebrado en
Madrid con esta denominación. Un año después, en octubre de
1936, Ramiro de Maeztu fue
asesinado. Pero su Defensa de la Hispanidad volvió a publicarse en
1938, en plena
Guerra Civil Española, y sus ideas se
convirtieron en uno de los principales soportes ideológicos de los
falangistas. Finalmente, el 12 de octubre de
1939, tras poco más de
seis meses de
posguerra, la celebración oficial del
Día de la Raza, presidida por
Francisco
Franco, tuvo lugar en
Zaragoza,
con una especial devoción a la Virgen en el día del Pilar, pero sobre todo como
Día de la Hispanidad, símbolo de la
nueva política interior y exterior que se propugnaba: “Las fiestas de la
Hispanidad han tenido en Zaragoza un escenario incomparable. (...) El
significado profundo de las fiestas fue la compenetración íntima del homenaje a
la Raza y la devoción de Nuestra Señora de Guadalupe, es decir, el símbolo de
la unión cada vez más estrecha de América y España.
Chile participa con fervor
en el homenaje que se rinde a la Hispanidad y se enorgullece de su origen y de
sus firmes tradiciones hispánicas”.
Como se ve,
el tema de la Hispanidad era algo sagrado para Franco y la extrema derecha
española. Se concebía ésta como una comunidad de países hermanos con los que
compartimos lazos indisolubles de historia, sangre y cultura. Y el vínculo que
cohesiona ese edificio, obviamente, era el del idioma, que fue defendido
incluso con mayor ahínco y devoción que la bandera. Se exigía el doblaje al
castellano de todas las películas proyectadas en España, al tiempo que se
fomentaba la música cantada en español y se combatía la influencia de la
anglosajona. El que fuera el general más joven de Europa (y por algo lo sería,
digo yo, que para llegar a ello no se puede ser precisamente tonto) lo tenía
claro: el inglés es el enemigo. ¡Ni agua para él!
Franco
tendría muchas cosas malas, pero también tuvo otras buenas, y ésta fue una de
ellas. Gracias a él, hoy no somos una nación colonizada lingüísticamente*, como
Alemania, Suecia, Austria… y tantas otras de la Europa occidental en las cuales
su población habla inglés con la misma soltura prácticamente que su lengua
materna. Intentan hacernos creer que eso es algo malo y que tenemos que
aprender a hacerlo nosotros también para poder competir con ellos, pero el
ejemplo de Francia ya nos ha demostrado que no es así. Los de China o Japón,
países en los que también la población en su generalidad no esas habla inglés,
tampoco son baladí (clasificación de países según su dominio del inglés.
http://www.ef.com.es/epi/).
El caso de España
además, no es comparable con el de aquellas naciones con dominio del idioma
anglosajón. Fuera de ellas, en ningún sitio más se habla el suyo, con lo cual
necesitan uno que les sirva de vehículo para relacionarse con otras. El nuestro
es, en cambio, comparable al de Inglaterra y Francia. El español, como el
inglés y el francés, son lenguas con sus respectivas comunidades
internacionales de hablantes, con lo cual están llamadas a competir ferozmente
en el futuro.
A día de hoy,
el inglés es el idioma internacional, es un hecho indiscutible. Pero ello no
fue siempre así, y no tiene por qué seguir siéndolo, ni lo será, para siempre. Antes
lo fueron otros (el latín hasta final de la Edad Media, el mismo español fue
después la lengua de protocolo en las cortes europeas durante una época…). Llegará
un momento en que otro adquirirá una importancia e influencia superior en las
relaciones internacionales. Y AHÍ RADICA EL TIC DE LA CUESTIÓN. A priori, hay
dos lenguas posicionadas con ventaja para asumir el relevo: el castellano y el
francés.
La comunidad
hispana está llamada a ser uno de los mercados más potentes del futuro. México
está a las puertas de adelantar a España como potencia económica mundial, y
para 2050 se prevé que estará en el grupo de las siete países más ricos y
desarrollados. Su gran población y riqueza de recursos naturales le reservan
ese destino. Por otro lado, está previsto que para la misma fecha haya una
mayoría de población hispana en EEUU (OK, hispano no es lo mismo que
hispanoparlante, pero igualmente la presencia del español va a ser enorme, pues
ya lo es en la actualidad), y el resto de la comunidad hispanoamericana también
apunta en la dirección del desarrollo. Y además, en esta familia suele
incluirse a Brasil (que actualmente es ya la novena potencia mundial y será
también otro de los integrantes del G7 en el futuro próximo, por delante de
México incluso en lo inmediato al menos) dada la similitud entre el portugués y
el español.
Ranking de países según su desarrollo económico
Para entonces es posible (no seguro,
como vaticinan algunos agoreros) que EEUU ya no sea la primera potencia
económica mundial, habiendo cedido ese puesto a China. En un futuro algo más
allá, incluso es posible (se insiste, no seguro. Igualmente puede continuar el
dominio americano mucho más) que sean superados también por India. El inglés,
es algo que nadie puede dudar, debe su importancia actual a la influencia
estadounidense en mundo. ¿Qué ocurriría en un hipotético escenario de futuro en
el cual el país de Lincoln, Kennedy y el Capitán América ya no fueran el
más influyente del mundo o se hubiera transformado en uno con mayoría de
población hispana? ¿Continuaría la lengua de Shakespeare justificada como la
internacional o perdería ese lugar ante otras más boyantes y con mayor
fundamento socioeconómico? Alguien, sumando dos y dos rápidamente y sin
consideración de perspectiva, dirá: “Si hoy el inglés es el idioma
internacional por la importancia en este plano norteamericana, en ese
hipotético teatro de operaciones mundial futuro en el que hubieran sido
superados por China o India… lo lógico sería que el chino o el indio sea el que
lo sustituya, ¿no?”. Pues no, no funcionan de esa manera tan directa estas
matemáticas. Volvemos a lo de antes: fuera de esos dos países, en ninguno más
se habla su lengua. Su mercado interno es gigantesco, pero para relacionarse
con otras naciones, seguramente tendrían que emplear una lengua vehicular
conocida por ambos. Ese papel sólo puede ser desempeñado por una ÚTIL, en el sentido
de que permita comunicarse y actuar en una pluralidad de mercados
internacionales, con lo cual, en la actualidad y para varios siglos al menos, a
menos que se imponga el esperanto, y no tiene visos de ello, sólo existen tres
que puedan servir a tal menester: el inglés, el francés… y el español.
Hemos visto que el hispanoparlante
va a ser uno de los mercados más potentes del futuro. Quien quiera actuar en
él, tendrá que aprender a hablar la lengua de Cervantes por tanto… salvo que
antes los hispanos hayan aprendido a manejarse en la de Shakesperare. Porque
claro, ¿quién se tomaría la molestia de aprender un idioma tan complicado como
el español (lo es para los extranjeros) si con quien tiene que comunicarse
puede hacerlo en otro que ya domina, igual que hoy se hace en Alemania, Suecia…
países en los cuales puedes circular, operar económicamente, etc sin saber
decir una palabra en su idioma, con tal de que puedas expresarte en inglés?
Esa es la batalla. Una dentro de una
guerra de la que la mayoría de españoles desconoce incluso su existencia. No
así los franceses. Ellos lo están haciendo muy bien. Han conseguido mantener su
idioma en una posición hegemónica que, por relevancia internacional real, no
les corresponde, pues ni siquiera se encuentra éste entre los diez más hablados
del mundo en la actualidad (200 millones de francoparlantes tan sólo, por los
600 de hispanos y poco menos de los anglos). Sin embargo, se prevé una
explosión demográfica en el África francófona que elevará esa cifra hasta los
750 millones, superando ampliamente a ambos y ubicándose como segunda lengua
más hablada en el planeta. Además, está también previsto que Nigeria se coloque
como novena potencia económica internacional de aquí a 2050, por delante
incluso de Alemania, que, habiendo perdido tantos puestos desde la actualidad,
seguirá siendo no obstante la única nación europea occidental entre aquéllas. Y
cuando eso ocurra, el francés estará adecuadamente posicionado para asaltar el
trono inglés, con rango cooficial de su idioma en la ONU, la UE y otros
organismos u organizaciones supra o internacionales, y un volumen de población
francófona superior al de sus rivales e incapaz de decir ni una palabra en el
de éstos. Quien quiera actuar en ese mercado, tendrá que aprender el suyo, de
nada le servirá el inglés. Los vecinos han sabido hacer sus deberes. Nosotros
no.
Como ellos, deberíamos negarnos a
aprender o hablar la lengua rival y vetar terminantemente su uso a nuestros
representantes. Pero claro, hoy día (ya parece que comienza a superarse,
afortunadamente) resulta muy impopular enorgullecerse de ser español. Hacerlo
es de fachas. De nuestra historia, nuestra bandera, nuestro idioma… eso es de
carcas y fascistas. Lo progre es renegar de las gestas de nuestros antepasados
(no fueron para tanto. No hemos sido nada especial). La bandera nacional…
¿alguien conoce su significado hoy día? –dos ríos de sangre y uno de oro-. Lo
importante es el escudo real plasmado en él, que ese, el Rey, sí es progre y
nada fascista. Apoya la Celebración del Orgullo Gay (http://www.vanitatis.elconfidencial.com/casas-reales/2017-03-16/reyes-letizia-felipe-orgullo-gay-lgtb-worldpride_1349482/),
nunca abre la boca para mencionar las gestas españolas del pasado –no sea que
se enojen los enemigos de entonces-, habla inglés… Porque con nuestro
idioma pasa lo mismo que con nuestra historia, por supuesto: sentirse orgulloso
es cosa de fachas. ¿Quiénes eran los que le daban tanto bombo? Franco, los
falangistas… ya lo hemos visto. Lo progre es negarle esa importancia que
le daban los fascistas. “¿Cómo que son los extranjeros los que tienen que
aprender español? Esa chorrada sólo se la he escuchado decir a Antonio Recio.
El español es un idioma más. El realmente importante es el inglés. Somos
nosotros los que tenemos que hablarlo si queremos ser alguien en el mundo.
Faltaría plus. ¿Qué nos habíamos creído?”
Hemos caído
en la trampa de la izquierda. Hoy día te dicen que lo realmente culto es ver
las películas en versión subtitulada (ese ha sido el instrumento de
consolidación del idioma británico en Europa occidental. En España se estudia
en las escuelas, como en el resto de Europa, pero no se machaca escuchándolo
continuamente en televisión y se olvida una vez acabada la escolarización);
comienzan a haber, cada vez más, spots hablados en inglés, en los cuales
incluso se trae el nombre de una famosa diseñadora hispana (Carolina Herrera)
con pronunciación anglosajona (Cáruolina Herruerrua. Niu Yörk), que
es lo cool y fhasion…; nuestros chavales comienzan a hacer
pintadas en las paredes en inglés, que así parece que mola más y queda más
fardón… Por no hablar de la humillante moda de poner a niños españoles nombres
anglosajones. Hasta los mismísimos ya de los Jhonatan, Christopher, Kevin,
Elizabeth, Jennifer… Nunca he conocido a un inglés o inglesa que se llamara
Antonio, Juan, Isabel… Pero aquí somos más guays (léase lameculos). Y ojo, que no
me estoy metiendo con esos nombres ni con sus portadores. No digo que sean feos
ni nada de eso. Lo que critico es la humillación de poner a nuestros hijos
nombres que vienen del idioma rival. Lo humillante no es el nombre, sino el
hecho de ponérselo. No creo que veamos nunca eso ocurrir en Francia o
Inglaterra. Pero es que, claro, allí están orgullosos de ser ingleses y
franceses. De su historia, su idioma, su bandera… Aquí en cambio, está mal
visto estarlo de lo nuestro. Esa es la palabra clave: ORGULLO. Aquí nos educan
para no tenerlo. Somos el primo tonto de la familia europea. La acomplejada
cenicienta de la que todos se aprovechan para relegarla a la parte más
ignominiosa de la casa. Y además dando gracias de que nos dejen llamarnos
europeos y enorgullecernos (¡de eso sí!) de hacerlo, renegando en cambio de
nuestros lazos de sangre y culturales con Hispanoamérica (¿alguien ha visto a
los ingleses o los franceses renegar de los suyos con los países de su
comunidad histórica? Todo lo contrario. En el mundo británico existe la
Commonwealth y tienden más hacia Norteamérica y ésta que hacia Europa, al igual
que Francia planifica también su futuro mirando hacia África y Quebec que
hacia acá, promoviendo la francofonía la solidaridad activa entre los estados
que la integran, basada en el idioma y sus valores humanísticos). Nosotros
(muchos de nosotros, los más imbéciles) en cambio, preferimos ser europeos y
tener más que ver con este club, donde siempre hemos sido el pariente lerdo y
marginado que decía antes, que con la comunidad hispana, donde somos la Madre
Patria.
Soy derechista antimonárquico. No
obstante, reconocí que Felipe y Letizia empezaron muy bien, más positivamente
de lo que había esperado. Mejor que sus predecesores, Juan Carlos y Sofía, y
que cualquier otro monarca de su dinastía, salvo Alfonso XII y, quizá y sólo en
Madrid, Carlos III. Pero ya me ha defraudado dos veces en el poco tiempo que
lleva. Una con lo del Orgullo Gay (no me opongo a la reivindicación del
colectivo homosexual, pero sí a la forma grotesca y degradante para ellos
mismos en que se lleva a cabo. Para entender bien a qué me refiero, leer el
artículo de este mismo blog titulado “Por qué soy detractor del orgullo gay”
http://sentenzyablog.blogspot.com.es/2017/07/por-que-soy-detractor-del-orgullo-gay.html)
y ahora, mucho más, con esto. Ya se veía venir, pues, al igual que hizo su
padre, sigue a pies juntillas los dictados de la dirección política imperante
(carecen por completo de personalidad y criterio propios, como los que sí tiene
la Familia Real inglesa, limitándose a hacer lo que le ponen en el guión para
conservar su título. Así tranquilizan y no irritan a la izquierda, que es quien
podría erradicar la Monarquía), pero igualmente escuece ver al Jefe del Estado
traicionando a nuestro idioma. Porque ese es el nombre que tiene lo que ha
hecho: TRAICIÓN.
No quiero cerrar el artículo sin
decir que este texto no tiene la intención de atacar a ingleses ni franceses.
Todo lo contrario. Admiro la forma en que, tanto históricamente como en la
actualidad, se han enorgullecido de su idioma y han sabido defenderlo. Ojalá en
España hiciéramos lo mismo. Pero en lugar de ello, aquí fomentamos el uso del
idioma del rival, y aplaudimos a nuestros dirigentes por hacerlo,
enfadándonos además si lo pronuncian mal, que el relaxing cup of café con
leche de la Botella fue algo bochornoso. ¿Alguien ha escuchado alguna vez a
un anglosajón pronunciar el castellano correctamente y sin fuerte acento? Si es
así, que avise a Íker Giménez, que muy probablemente dedicará un programa
especial su caso. Aquí en cambio, no nos basta sólo con que los nuestros
aprendan a hablar inglés. Además tienen que pronunciarlo bien. Lo que toda la
vida se ha llamado ser puta y poner además la cama. Lo de Felipe y sus discursos
quedabien en el idioma rival ha sido la guinda -hasta el momento-. Nos pasa por
tener a una Familia Real acojonada y sin personalidad, con tendencia a
satisfacer las demandas izquierdistas para conservar la corona en su cabeza.
*Agradecimiento a mi amigo y
compañero, hoy de profesión, antes de Máster, Alfonso Calero por la inspiración
del concepto “colonización lingüística”. Éste propiamente es mío, pero la idea
me surgió al conocer la suya de país conquistado y relación de vasallaje
cultural.