domingo, 23 de julio de 2017

EL MOTIVO REAL DE CARMENA PARA NEGARSE A COLGAR LA FOTO DE MIGUEL ÁNGEL BLANCO


Hace algunos días, Manuela Carmena, la excelsa alcaldesa de la capital del reino, se convertía de nuevo en protagonista de la polémica. Como ocurría con Robert Mitchum en la cinta de Minnelli, con ella llegó el escándalo. Llegó éste con su entrada en el Ayuntamiento y aun promete acompañarle hasta su salida. No será el último a que asistamos propiciado por sus filias y fobias.

Con motivo del XX aniversario del asesinato de Miguel Ángel blanco a manos de ETA, se prepararon una serie de homenajes. No se trataba de un muerto más. Todas –vamos a dejarlo en casi todas- las víctimas son igualmente importantes, pero algunas han tenido mayor influencia que otras en relación con los acontecimientos y el devenir político y social de nuestro país en los últimos años. Siempre hay personas y/o casos que, por sus circunstancias particulares, se convierten en especialmente representativos de algo. Cuando pensamos en la barbarie terrorista y su saldo victimológico, dos son los rostros que más frecuentemente y con más fuerza nos vienen a la mente, le pese a quien le pese: el de Irene Villa y el de Miguel Ángel Blanco. Ambos dan perfecta muestra de la crueldad y falta de escrúpulos con que la banda se empleó durante casi tres décadas. El de Miguel Ángel además, supuso un hito en la Historia de nuestro país, marcando lo que sería el principio del fin del terrorismo etarra. Con él algo cambió en la mentalidad social. Miles de personas se lanzaron a la calle para exigir el final de la violencia abertxale, y hasta en el País Vasco, por fin, los ciudadanos contrarios a ésta olvidaron su temor para enfrentarse a los asesinos a cara descubierta. Especialmente significativo fue el caso de unos chavales militantes de HB que se vieron obligados a refugiarse en una taberna y tuvieron que salir de allí escoltados por la Ertzaintza, al ser acosados por una multitud con la que se toparon cuando ésta se manifestaba en repulsa del asesinato del concejal popular. A partir de ahí, comenzó la descomposición de ETA. Los golpes policiales se sucedieron con más frecuencia y rotundidad que nunca hasta entonces, tanto en España como en Francia, y se actuó también contra su aparato económico para evitar su regeneración. Aznar había sido el líder político más temido por la banda desde la llegada de la democracia, y demostró con creces que su miedo no era infundado. Cuando el PP perdió las elecciones de 2004 tras los fatídicos acontecimientos del 11M, ETA llevaba ya dos años sin poder atentar, con su capacidad operativa totalmente anulada y al borde el KO definitivo. En una palabra, VENCIDA.

Las consecuencias que el asesinato de Miguel Ángel trajo, junto a otros condicionantes, fue lo que deparó esa derrota final. Hasta entonces, muchas vidas fueron segadas y mucho dolor se repartió sin que ninguna de ellas acertara, por sus circunstancias y momento, a accionar ese clik en la mentalidad popular iniciador de la reacción social que pondría a la banda contra las cuerdas.

Manuela se negó a colgar la foto de Miguel Ángel del balcón del ayuntamiento de Madrid. Hay que tener el corazón muy duro para negarle esa petición a una hermana que te lo pide por favor como reconocimiento para su hermano asesinado, pero ella lo hizo. La misma alcaldesa “bondadosa” y “preocupada” por la justicia. La  misma que destacó por sus polémicas concesiones de Tercer Grado y Libertad Condicional a presos de ETA y GRAPO cuando era juez de Vigilancia Penitenciaria. La misma que en 2011 asesoró al gobierno vasco para estudiar la concesión de ayudas a víctimas policiales… Pocos días antes sí colgó la del arco iris, símbolo del colectivo homosexual, durante la celebración de la semana del Orgullo Gay, una causa tradicionalmente apoyada por la izquierda desde la restauración de la democracia en nuestro país. Argumentó para justificarlo que no se debía destacar a unas víctimas por encima de otras, pues todas son igualmente importantes. Parece una argumento sensato. No lo es. Es cínico. Hipócrita. También eso es tradicional en la izquierda. El cinismo y la hipocresía.

 

Señora Carmena, en este país, desde hace cuarenta años, se ha homenajeado a determinadas víctimas del régimen franquista. Contra eso no tienen ustedes nada, jamás han mostrado la más mínima objeción. Las trece célebres “rosas rojas” fusiladas el  5 de agosto de 1939 en Madrid, Lorca, Miguel Hernández… todos ellos han sido homenajeados con el beneplácito y satisfacción de la izquierda española, usted misma, señora alcaldesa, incluida, estoy totalmente seguro. Con todas sus luces y sombras, como gustan decir ustedes cuando se trata de los suyos (Castro) y no de los  otros (Franco), que lo de éstos, aunque les sean achacables exactamente los mismos méritos (política social y demás) y deméritos (crímenes, represión, totalitarismo) que a aquéllos, son todo sombras. Sus tan celebradas flores izquierdistas, militaron todas ellas en las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), la rama juvenil del comunismo en España, que aspiraba a implantar en nuestro país un régimen tan libre y demócrata como lo era el de Stalin en la URSS, estado desde el que se financiaban. No lucharon por la democracia como reza en la placa que les dedicaron en su ciudad, sino por traer a España un régimen mucho más criminal y represor de lo que lo fue el franquista. Miguel Hernández puede ser considerado un asesino que, entre otras lindezas, contribuyó desde un tanque al acoso y bombardeo del Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza (Andújar, Jaen), en el cual se habían refugiado alrededor de 1200 personas (165 guardias civiles con sus familias) a consecuencia del temor a ser ejecutados (los milicianos habían sacado de sus casas a terratenientes para fusilarlos, al igual que sacerdotes y padres trinitarios) a consecuencia del recelo de éstos hacia ellos después de que uno de sus capitanes se hubiera pasado al bando nacional junto a 200 de sus hombres, a pesar de que la Guardia Civil en sí era considerada afecta a la República. Muchos civiles inocentes murieron abatidos o a causa del hambre durante los nueve meses que duró el asedio, mujeres y niños incluidos. Sin ser propiamente enemigos siquiera, tan sólo provocado ello por el recelo del populacho rojeril armado.

Miguel Ángel no mató a nadie. No participó en ningún asalto, ni militó en ningún partido antidemocrático, partidario y financiado por un régimen dictatorial criminal. Y sin embargo, a él le negaron ustedes las distinciones con que regalaron a esos “héroes” de su mitología particular. Le negó, su amiga Ada Colau, una placa con su nombre para una calle de Barcelona. No quiso usted colgar su foto del balcón de su ayuntamiento para homenajearlo en el aniversario de su muerte. No es correcto distinguir a una víctima más que a otras.  A los suyos -las rosas, los poetas…- sí, pero a Miguen Ángel, que no era comunista, ni socialista… a él no.

Le voy a decir yo la verdadera razón tras su decisión de no homenajear a Miguel Ángel (porque recordemos que primero rechazó el mismo acto, y luego, cuando no le quedó más remedio que permitirlo y hasta participar en él, fue cuando limitó su negativa únicamente al cartel con su foto). En este país, pese a que ustedes se llenen tanto la boca hablando de los crímenes fascistas, la única ideología que ha matado por motivo de ésta ha sido la izquierda. Estuvo lo de los asesinatos de los abogados laboralistas en de Atocha, sí. Un caso aislado. Frente a él, más de treinta años de violencia izquierdista. Porque ETA era una banda terrorista de ideología izquierdista, cosa que gustan ustedes muy poco de puntualizar y recordar. Y también los GRAPO. Prefieren acusarlos de fascistas, como si los suyos no hubieran sido, no ya tan criminales como éstos, sino mucho más aún (menos de 10 millones de víctimas de la represión fascista, frente a los más de 100 de la comunista). Así dispersan. Sólo existes si te nombran. Mientras no hablemos de crímenes izquierdistas, bien va la cosa. Me hubiera gustado ver si estaba usted tan dispuesta a conceder el Tercer Grado o la Libertad Condicional a alguno de esos neonazis que, en algún caso, han matado a algún chaval izquierdista en una pelea.

Los de ETA fueron crímenes izquierdistas. Y Miguen Ángel una persona de derechas. No duele tanto como cuando es uno de los tuyos el asesinado por los fachas. Ahora ETA ya no mata, y Arnaldo Otegui es un hombre de paz según su amigo el coleta. Ahora que ya no emplean la violencia, ya no hay pega en relacionarse con el entorno abertxale y abrazarse con sus líderes para hacer causa común, que también son izquierdistas. Ahora sí. Entonces, cuando asesinaban, eran fascistas: ahora que ya no lo hacen, vuelven a ser de los suyos. Pero claro, la extrema izquierda vasca tiene un pasado. Se llama ETA. Ustedes son los que piden tender puentes para superar ese capítulo trágico de nuestra historia reciente. Reconciliación y generosidad. Con éstos, que son de izquierdas. Con los otros, los asesinos del régimen franquista, con esos no. Esa es una herida que no cierra ni queremos que cierre.  Esa no. La otra sí. Y claro, si homenajeamos a Miguel Ángel, es de esperar que poca gracia le vaya a hacer a los chicos de Bildu, esos que ahora sí son de izquierdas y jugamos todos en el mismo equipo.

Esa es la cosa, Carmena. Cuando los que matan son de siniestra y los matados de diestra, hay tendencia a ser más conciliadora con ellos, igual que ocurre con la derecha y los crímenes y desmanes de los skin-heads y demás fauna neofascista. Y si además corremos el riesgo de ofender a nuestros amigos, los extremoizquierdistas vascos, más claro nos lo ponen aun. Ese es el motivo. Perro no come carne de perro. Que todo eso de que Podemos, Ahora Madrid, etc no son lo mismo está muy bien, pero no es más que mareo formal de la perdiz. Al final vais todos en el mismo barco, y en España hay tan sólo dos izquierdas: la socialdemocracia del PSOE, y el neocomunismo que es el barco en el que navegáis todos los demás. Con bandera pirata, pero camuflada: antes con la foto del Ché, ahora con la del coleta.

sábado, 15 de julio de 2017

FELIPE VI: LA VERGÜENZA DE VER AL JEFE DEL ESTADO TRAICIONANDO AL IDIOMA DE CERVANTES (HABLANDO INGLÉS)




A cierto sector de la derecha española (no toda ésta es monárquica, a pesar de lo que quieran o gusten pensar éste y la izquierda) se le ve mucho el plumero. Hace algunas semanas publiqué en este mismo blog un artículo criticando el hecho de que España enviara a un representante a eurovisión cantando en inglés, siendo éste muy celebrado y aplaudido (“Nuevamente España última en Eurovisión y yo me alegro. No al empleo del inglés por representantes políticos y artísticos españoles” http://sentenzyablog.blogspot.com.es/2017/05/nuevamente-espana-ultima-en-eurovision.html). Cientos de respuestas en los diferentes grupos de derechas de que soy miembro dándome la razón y condenando a los responsables de la decisión. No recuerdo ni una sóla mostrando disconformidad, todas fueron a favor del viento. Esta semana en cambio, volví a publicar un comentario en el mismo sentido, pero con el Rey vigente como protagonista en lugar de un artista, y fíjate tú por dónde y arte de birli y birloque, la cosa ha cambiado drásticamente. Ha habido coincidentes como aquella vez, pero muchísimos que salieron en decidida defensa de Felipe y/u ofensa del que escribe también, aludiendo que está muy bien eso de que hable inglés. Él sí: los otros no. O eso, o todos esos que piensan que no hay nada malo en que un representante patrio se exprese en el idioma rival, casualmente, no entraron a los grupos en que publiqué aquel artículo –que son los mismos en los que subí el comentario sobre el monarca posterior- en esos días-. Ninguno de ellos. Y el caso es que creo que hasta me suenan entre los nicks que entraron a defender a éste varios de los que me dieron la razón entonces, pero claro, también pudieron ser hackers que accedieron a su cuenta o trolls que las doblaron. La invasión de los clones y todo eso. Por supuesto.

Al parecer esta gente sigue viviendo en la Edad Media, con sus relaciones de vasallaje y demás costumbres de la época. El Rey, como decíamos de niños cuando jugábamos, “es de azúcar”. Con él “no se vale”. Aunque le pillen, él nunca paga. Haga lo que haga, bien hecho estará. Si se defeca en su cabeza, te dirán que no les ha cagado encima; les ha dignificado coronándolos con Deposición Real.

Hay que ser honesto. No puede valer eso de que las cosas están mal cuando las hacen los de enfrente, pero no cuando las hacen los tuyod. No, porque entonces seríamos como los hipócritas podemitas, comunistas, socialistas… para quienes las cosas son aprobables o reprobables según quién sea su autor, la izquierda o la derecha. Franco fue un asesino, un represor, un dictador brutal… Su política social (fue él quien trajo a España la Seguridad Social, la VPO…) no lo disculpa. Fidel Castro en cambio, “tuvo sus luces y sus sombras” ´-las mismas que el Generalísimo exactamente, pero su caso es distinto: el cubano era de izquierdas), como dijeran Pablo Iglesias y Carolina Bescansa con ocasión de su fallecimiento. Otros correligionarios suyos lo homenajearon directamente. Por ejemplo.

El tema de la batalla del idioma hay que entenderlo. La gente no lo hace. Hoy suena muy bien eso de que el inglés es el idioma internacional y que, si queremos ser alguien en el mundo, hay que hablarlo. Es vergonzoso que seamos uno de los países europeos con menor dominio de éste. Ni sus representantes. Una vergüenza. Hay que ponerse las pilas, exigirle a nuestros chavales que lo aprendan y a nuestros políticos que lo hablen fluidamente. Y OJO, pronunciando bien, ¿eh? Que quedamos en ridículo con cosas como el relaxing cup of café con leche de la Botella. Tenemos que ser los más guays entre los guays. Los que ofrezcamos el culo en la postura más cómoda (para el que tiene que venir por detrás, entiéndase. Nosotros no importamos).

Uno ya está bastante harto de tanta payasada giliprogre. Sentirse orgulloso de ser español, de nuestros logros históricos y el legado cultural de nuestra nación, etc, es de fascistas. En Francia nadie aprende ni habla inglés si no está obligado a ello. Se niegan a hacerlo por sistema en defensa de su propio idioma, que es rival de aquél. Hace algunos años los vecinos enviaron a un artista cantando en la lengua de la Pérfida Albión a Eurovisión, y el asunto provocó un escándalo nacional, llegando la airada reacción de los ciudadanos y la clase política hasta el Parlamento galo (http://www.eurovision-spain.com/iphp/noticia.php?numero=4296). Llegados a este punto, siempre sale alguien con aquello de: “pues yo estuve de vacaciones en Francia y nos atendieron en perfecto inglés”. Claro. Y a los turistas que vienen a España también. Los negocios orientados al turismo exigen a sus empleados el dominio de ese idioma. Yo mismo aprendí a hablarlo por mi dedicación profesional -así como el ruso y el catalán-valenciano por mi origen-, pero sólo lo empleo cuando no queda más remedio y nunca lo haría actuando en representación de España. El que quiera tratar con nuestro país, que aprenda español, y sino traducción simultánea. Basta ya de ser complacientes y servilismos.

El caso es que la población francesa (en general, más allá de quienes`por obligación, repito, tengan que hacerlo), se niega a aprender y hablar inglés por sistema. Y no les va mal. Son una de las primeras potencias mundiales, lo cual demuestra que es falso eso de que haya que dominarlo para crecer internacionalmente. Y además han conseguido que su lengua sea cooficial, junto al inglés, en la ONU, la UE, Eurovisión, etc, así como el reconocimiento de lengua protocolaria. Todo ello teniendo muchos menos hablantes que el español, que es la segunda lengua más hablada del mundo en estos momentos. Por poco tiempo más. Para 2050 está  previsto que hayan alcanzado la cifra de 750 millones de hablantes, superándonos con creces. Si siendo muchos menos nos han ganado la partida, cuando sean muchos más nos avasallarán. Y nos lo mereceremos. Por lameculos y tendencia al vasallaje, poniendo el culo y pidiendo perdón por dar la espalda al hacerlo.

El del idioma es otro de esos temas en el cual se ha impuesto la censura izquierdista, pues, precisamente, fue uno de los principales caballos de batalla franquista. En los años de este régimen, los españoles reclamamos nuestro lugar en el mundo apelando a nuestra influencia en la historia y cultura occidental. El mundo no sería lo que es hoy si la Hispanidad no hubiera tenido en él el papel que tuvo. El Descubrimiento de América fue el hito más grande desde el Neolítico, que no encontraría parangón en el futuro hasta la llegada del hombre a la Luna. El papel que España tuvo en la formación del mundo actual ha quedado plasmado en la comunidad hispanoparlante, que otorga a ésta un lugar de primer orden en este, con una influencia cultural y social de lo hispano enorme. 

Franco y su gobierno supieron verlo y apostaron por el estrechamiento de lazos con aquellos países. La celebración del doce de octubre (día del Descubrimiento) como Fiesta de la Raza Española, había sido propuesta en 1913 por Faustino Rodríguez-San Pedro desde la organización Unión Ibero-Americana, y en 1918 alcanzó en España el rango de fiesta nacional con esa denominación. Más tarde  ya, en  1931, Ramiro de Maeztu, que había sido embajador de España en Argentina en 1928 y 1929, abrió la revista Acción Española con un artículo titulado "La Hispanidad", que se inicia así:  “El 12 de octubre, mal titulado el Día de la Raza, deberá ser en lo sucesivo el Día de la Hispanidad”, y en 1935 ya fue celebrado en Madrid con esta denominación. Un año después, en octubre de 1936, Ramiro de Maeztu fue asesinado. Pero su Defensa de la Hispanidad volvió a publicarse en 1938, en plena Guerra Civil Española, y sus ideas se convirtieron en uno de los principales soportes ideológicos de los falangistas. Finalmente, el 12 de octubre de 1939, tras poco más de seis meses de posguerra, la celebración oficial del Día de la Raza, presidida por Francisco Franco, tuvo lugar en Zaragoza, con una especial devoción a la Virgen en el día del Pilar, pero sobre todo como Día de la Hispanidad, símbolo de la nueva política interior y exterior que se propugnaba: “Las fiestas de la Hispanidad han tenido en Zaragoza un escenario incomparable. (...) El significado profundo de las fiestas fue la compenetración íntima del homenaje a la Raza y la devoción de Nuestra Señora de Guadalupe, es decir, el símbolo de la unión cada vez más estrecha de América y España. Chile participa con fervor en el homenaje que se rinde a la Hispanidad y se enorgullece de su origen y de sus firmes tradiciones hispánicas”.

Como se ve, el tema de la Hispanidad era algo sagrado para Franco y la extrema derecha española. Se concebía ésta como una comunidad de países hermanos con los que compartimos lazos indisolubles de historia, sangre y cultura. Y el vínculo que cohesiona ese edificio, obviamente, era el del idioma, que fue defendido incluso con mayor ahínco y devoción que la bandera. Se exigía el doblaje al castellano de todas las películas proyectadas en España, al tiempo que se fomentaba la música cantada en español y se combatía la influencia de la anglosajona. El que fuera el general más joven de Europa (y por algo lo sería, digo yo, que para llegar a ello no se puede ser precisamente tonto) lo tenía claro: el inglés es el enemigo. ¡Ni agua para él!

Franco tendría muchas cosas malas, pero también tuvo otras buenas, y ésta fue una de ellas. Gracias a él, hoy no somos una nación colonizada lingüísticamente*, como Alemania, Suecia, Austria… y tantas otras de la Europa occidental en las cuales su población habla inglés con la misma soltura prácticamente que su lengua materna. Intentan hacernos creer que eso es algo malo y que tenemos que aprender a hacerlo nosotros también para poder competir con ellos, pero el ejemplo de Francia ya nos ha demostrado que no es así. Los de China o Japón, países en los que también la población en su generalidad no esas habla inglés, tampoco son baladí  (clasificación de países según su dominio del inglés. http://www.ef.com.es/epi/).  El caso de España además, no es comparable con el de aquellas naciones con dominio del idioma anglosajón. Fuera de ellas, en ningún sitio más se habla el suyo, con lo cual necesitan uno que les sirva de vehículo para relacionarse con otras. El nuestro es, en cambio, comparable al de Inglaterra y Francia. El español, como el inglés y el francés, son lenguas con sus respectivas comunidades internacionales de hablantes, con lo cual están llamadas a competir ferozmente en el futuro.

A día de hoy, el inglés es el idioma internacional, es un hecho indiscutible. Pero ello no fue siempre así, y no tiene por qué seguir siéndolo, ni lo será, para siempre. Antes lo fueron otros (el latín hasta final de la Edad Media, el mismo español fue después la lengua de protocolo en las cortes europeas durante una época…). Llegará un momento en que otro adquirirá una importancia e influencia superior en las relaciones internacionales. Y AHÍ RADICA EL TIC DE LA CUESTIÓN. A priori, hay dos lenguas posicionadas con ventaja para asumir el relevo: el castellano y el francés. 

La comunidad hispana está llamada a ser uno de los mercados más potentes del futuro. México está a las puertas de adelantar a España como potencia económica mundial, y para 2050 se prevé que estará en el grupo de las siete países más ricos y desarrollados. Su gran población y riqueza de recursos naturales le reservan ese destino. Por otro lado, está previsto que para la misma fecha haya una mayoría de población hispana en EEUU (OK, hispano no es lo mismo que hispanoparlante, pero igualmente la presencia del español va a ser enorme, pues ya lo es en la actualidad), y el resto de la comunidad hispanoamericana también apunta en la dirección del desarrollo. Y además, en esta familia suele incluirse a Brasil (que actualmente es ya la novena potencia mundial y será también otro de los integrantes del G7 en el futuro próximo, por delante de México incluso en lo inmediato al menos) dada la similitud entre el portugués y el español.

 Ranking de países según su desarrollo económico

Para entonces es posible (no seguro, como vaticinan algunos agoreros) que EEUU ya no sea la primera potencia económica mundial, habiendo cedido ese puesto a China. En un futuro algo más allá, incluso es posible (se insiste, no seguro. Igualmente puede continuar el dominio americano mucho más) que sean superados también por India. El inglés, es algo que nadie puede dudar, debe su importancia actual a la influencia estadounidense en mundo. ¿Qué ocurriría en un hipotético escenario de futuro en el cual  el país de Lincoln, Kennedy y el Capitán América ya no fueran el más influyente del mundo o se hubiera transformado en uno con mayoría de población hispana? ¿Continuaría la lengua de Shakespeare justificada como la internacional o perdería ese lugar ante otras más boyantes y con mayor fundamento socioeconómico? Alguien, sumando dos y dos rápidamente y sin consideración de perspectiva, dirá: “Si hoy el inglés es el idioma internacional por la importancia en este plano norteamericana, en ese hipotético teatro de operaciones mundial futuro en el que hubieran sido superados por China o India… lo lógico sería que el chino o el indio sea el que lo sustituya, ¿no?”. Pues no, no funcionan de esa manera tan directa estas matemáticas. Volvemos a lo de antes: fuera de esos dos países, en ninguno más se habla su lengua. Su mercado interno es gigantesco, pero para relacionarse con otras naciones, seguramente tendrían que emplear una lengua vehicular conocida por ambos. Ese papel sólo puede ser desempeñado por una ÚTIL, en el sentido de que permita comunicarse y actuar en una pluralidad de mercados internacionales, con lo cual, en la actualidad y para varios siglos al menos, a menos que se imponga el esperanto, y no tiene visos de ello, sólo existen tres que puedan servir a tal menester: el inglés, el francés… y el español.
Hemos visto que el hispanoparlante va a ser uno de los mercados más potentes del futuro. Quien quiera actuar en él, tendrá que aprender a hablar la lengua de Cervantes por tanto… salvo que antes los hispanos hayan aprendido a manejarse en la de Shakesperare. Porque claro, ¿quién se tomaría la molestia de aprender un idioma tan complicado como el español (lo es para los extranjeros) si con quien tiene que comunicarse puede hacerlo en otro que ya domina, igual que hoy se hace en Alemania, Suecia… países en los cuales puedes circular, operar económicamente, etc sin saber decir una palabra en su idioma, con tal de que puedas expresarte en inglés?
Esa es la batalla. Una dentro de una guerra de la que la mayoría de españoles desconoce incluso su existencia. No así los franceses. Ellos lo están haciendo muy bien. Han conseguido mantener su idioma en una posición hegemónica que, por relevancia internacional real, no les corresponde, pues ni siquiera se encuentra éste entre los diez más hablados del mundo en la actualidad (200 millones de francoparlantes tan sólo, por los 600 de hispanos y poco menos de los anglos). Sin embargo, se prevé una explosión demográfica en el África francófona que elevará esa cifra hasta los 750 millones, superando ampliamente a ambos y ubicándose como segunda lengua más hablada en el planeta. Además, está también previsto que Nigeria se coloque como novena potencia económica internacional de aquí a 2050, por delante incluso de Alemania, que, habiendo perdido tantos puestos desde la actualidad, seguirá siendo no obstante la única nación europea occidental entre aquéllas. Y cuando eso ocurra, el francés estará adecuadamente posicionado para asaltar el trono inglés, con rango cooficial de su idioma en la ONU, la UE y otros organismos u organizaciones supra o internacionales, y un volumen de población francófona superior al de sus rivales e incapaz de decir ni una palabra en el de éstos. Quien quiera actuar en ese mercado, tendrá que aprender el suyo, de nada le servirá el inglés. Los vecinos han sabido hacer sus deberes. Nosotros no.
Como ellos, deberíamos negarnos a aprender o hablar la lengua rival y vetar terminantemente su uso a nuestros representantes. Pero claro, hoy día (ya parece que comienza a superarse, afortunadamente) resulta muy impopular enorgullecerse de ser español. Hacerlo es de fachas. De nuestra historia, nuestra bandera, nuestro idioma… eso es de carcas y fascistas. Lo progre es renegar de las gestas de nuestros antepasados (no fueron para tanto. No hemos sido nada especial). La bandera nacional… ¿alguien conoce su significado hoy día? –dos ríos de sangre y uno de oro-. Lo importante es el escudo real plasmado en él, que ese, el Rey, sí es progre y nada fascista. Apoya la Celebración del Orgullo Gay (http://www.vanitatis.elconfidencial.com/casas-reales/2017-03-16/reyes-letizia-felipe-orgullo-gay-lgtb-worldpride_1349482/), nunca abre la boca para mencionar las gestas españolas del pasado –no sea que se enojen los enemigos de entonces-, habla inglés…  Porque con nuestro idioma pasa lo mismo que con nuestra historia, por supuesto: sentirse orgulloso es cosa de fachas. ¿Quiénes eran los que le daban tanto bombo? Franco, los falangistas…  ya lo hemos visto. Lo progre es negarle esa importancia que le daban los fascistas. “¿Cómo que son los extranjeros los que tienen que aprender español? Esa chorrada sólo se la he escuchado decir a Antonio Recio. El español es un idioma más. El realmente importante es el inglés. Somos nosotros los que tenemos que hablarlo si queremos ser alguien en el mundo. Faltaría plus. ¿Qué nos habíamos creído?”
Hemos caído en la trampa de la izquierda. Hoy día te dicen que lo realmente culto es ver las películas en versión subtitulada (ese ha sido el instrumento de consolidación del idioma británico en Europa occidental. En España se estudia en las escuelas, como en el resto de Europa, pero no se machaca escuchándolo continuamente en televisión y se olvida una vez acabada la escolarización); comienzan a haber, cada vez más, spots hablados en inglés, en los cuales incluso se trae el nombre de una famosa diseñadora hispana (Carolina Herrera) con pronunciación anglosajona (Cáruolina Herruerrua. Niu Yörk), que es lo cool y fhasion…; nuestros chavales comienzan a hacer pintadas en las paredes en inglés, que así parece que mola más y queda más fardón… Por no hablar de la humillante moda de poner a niños españoles nombres anglosajones. Hasta los mismísimos ya de los Jhonatan, Christopher, Kevin, Elizabeth, Jennifer… Nunca he conocido a un inglés o inglesa que se llamara Antonio, Juan, Isabel… Pero aquí somos más guays (léase lameculos). Y ojo, que no me estoy metiendo con esos nombres ni con sus portadores. No digo que sean feos ni nada de eso. Lo que critico es la humillación de poner a nuestros hijos nombres que vienen del idioma rival. Lo humillante no es el nombre, sino el hecho de ponérselo. No creo que veamos nunca eso ocurrir en Francia o Inglaterra. Pero es que, claro, allí están orgullosos de ser ingleses y franceses. De su historia, su idioma, su bandera… Aquí en cambio, está mal visto estarlo de lo nuestro. Esa es la palabra clave: ORGULLO. Aquí nos educan para no tenerlo. Somos el primo tonto de la familia europea. La acomplejada cenicienta de la que todos se aprovechan para relegarla a la parte más ignominiosa de la casa. Y además dando gracias de que nos dejen llamarnos europeos y enorgullecernos (¡de eso sí!) de hacerlo, renegando en cambio de nuestros lazos de sangre y culturales con Hispanoamérica (¿alguien ha visto a los ingleses o los franceses renegar de los suyos con los países de su comunidad histórica? Todo lo contrario. En el mundo británico existe la Commonwealth y tienden más hacia Norteamérica y ésta que hacia Europa, al igual que Francia planifica también su futuro mirando hacia África y Quebec que  hacia acá, promoviendo la francofonía la solidaridad activa entre los estados que la integran, basada en el idioma y sus valores humanísticos). Nosotros (muchos de nosotros, los más imbéciles) en cambio, preferimos ser europeos y tener más que ver con este club, donde siempre hemos sido el pariente lerdo y marginado que decía antes, que con la comunidad hispana, donde somos la Madre Patria.
Soy derechista antimonárquico. No obstante, reconocí que Felipe y Letizia empezaron muy bien, más positivamente de lo que había esperado. Mejor que sus predecesores, Juan Carlos y Sofía, y que cualquier otro monarca de su dinastía, salvo Alfonso XII y, quizá y sólo en Madrid, Carlos III. Pero ya me ha defraudado dos veces en el poco tiempo que lleva. Una con lo del Orgullo Gay (no me opongo a la reivindicación del colectivo homosexual, pero sí a la forma grotesca y degradante para ellos mismos en que se lleva a cabo. Para entender bien a qué me refiero, leer el artículo de este mismo blog titulado “Por qué soy detractor del orgullo gay” http://sentenzyablog.blogspot.com.es/2017/07/por-que-soy-detractor-del-orgullo-gay.html) y ahora, mucho más, con esto. Ya se veía venir, pues, al igual que hizo su padre, sigue a pies juntillas los dictados de la dirección política imperante (carecen por completo de personalidad y criterio propios, como los que sí tiene la Familia Real inglesa, limitándose a hacer lo que le ponen en el guión para conservar su título. Así tranquilizan y no irritan a la izquierda, que es quien podría erradicar la Monarquía), pero igualmente escuece ver al Jefe del Estado traicionando a nuestro idioma. Porque ese es el nombre que tiene lo que ha hecho: TRAICIÓN.  
No quiero cerrar el artículo sin decir que este texto no tiene la intención de atacar a ingleses ni franceses. Todo lo contrario. Admiro la forma en que, tanto históricamente como en la actualidad, se han enorgullecido de su idioma y han sabido defenderlo. Ojalá en España hiciéramos lo mismo. Pero en lugar de ello, aquí fomentamos el uso del idioma del rival,  y aplaudimos a nuestros dirigentes por hacerlo, enfadándonos además si lo pronuncian mal, que el relaxing cup of café con leche de la Botella fue algo bochornoso. ¿Alguien ha escuchado alguna vez a un anglosajón pronunciar el castellano correctamente y sin fuerte acento? Si es así, que avise a Íker Giménez, que muy probablemente dedicará un programa especial su caso. Aquí en cambio, no nos basta sólo con que los nuestros aprendan a hablar inglés. Además tienen que pronunciarlo bien. Lo que toda la vida se ha llamado ser puta y poner además la cama. Lo de Felipe y sus discursos quedabien en el idioma rival ha sido la guinda -hasta el momento-. Nos pasa por tener a una Familia Real acojonada y sin personalidad, con tendencia a satisfacer las demandas izquierdistas para conservar la corona en su cabeza.

*Agradecimiento a mi amigo y compañero, hoy de profesión, antes de Máster, Alfonso Calero por la inspiración del concepto “colonización lingüística”. Éste propiamente es mío, pero la idea me surgió al conocer la suya de país conquistado y relación de vasallaje cultural.

sábado, 1 de julio de 2017

POR QUÉ SOY DETRACTOR DEL ORGULLO GAY


Vivimos estos días la polémica Semana del Orgullo Gay. Polémica. Precisamente. En dicho adjetivo radica la madre del cordero en este asunto. ¿Por qué polémica? ¿Por qué sigue resultándolo a día de hoy, cuando nos preciamos de haber superado ciertas cosas y muy poca gente sigue manteniendo el rechazo a los homosexuales y prácticamente nadie niega ya sus derechos? Algunos responderían que todo eso no es más que una fachada y que la homofobia sigue existiendo tras ésta, pero si reflexionamos sobre el asunto nos daremos cuenta de que, si bien es posible que un cierto prejuicio persista, no llega éste a condicionar la opinión de nadie –medianamente sensato, se entiende-, pues nadie actualmente es capaz de negar que los homosexuales son personas plenas e iguales con respecto a las demás.

Yo encuentro parte del problema en el mismo concepto: ¿orgullo. ¿Por qué hay que sentirse orgulloso de ser gay? ¿Tengo que hacerlo yo de que me gusten las mujeres? ¿De que me atraigan especialmente nórdicas, eslavas y negras? ¿De qué mi color favorito sea el azul? “Ey mundo, ¡entérate! Mis grupos favoritos son Metallica y Nightwish, y mis platos preferidos la paella y el gazpacho manchego. ¡Lo proclamo alto, claro y a los cuatro vientos, quiero que todo el mundo lo sepa y lo tenga claro!”. Absurdo, ¿no?

Esta tarde escuchaba a un medianamente conocido y bastante friky tertuliano televisivo de condición homosexual, decir que resultaba absurda la pregunta con que algunos tratan de desmerecer esta celebración: “¿tenemos que celebrar entones también el Día del Orgullo Heterosexual?”. Según él, este planteamiento carece de sentido alguno, pues ser homosexual es algo que, a día de hoy, sigue considerándose delito en muchos países y hasta se sanciona con la pena capital en algunos de ellos. Esta argumentación, que ha sido muy bien acogida por los invitados al programa –dos parejas, una de gays y otra de lesbianas, todos ellos famosos o de actualidad-, es la que me parece a mí ridícula y carente de sentido una vez se reflexiona sobre el asunto.

Aunque en principio suene muy digna y tal, una vez lo analizas te planteas la siguiente pregunta: ¿en qué beneficia a aquellos homosexuales oprimidos esta fiesta? ¿De qué  les sirve a ellos, en qué contribuye a su causa que un montón de gente  semidesnuda y ataviada de esperpento se suba a una colorida carroza para enseñar el culo durante el trayecto del desfile? No sé, igual es que tengo una mente jurásica, pero por más que pienso en ello, no consigo encontrar el beneficio.

El perjuicio es bastante evidente. Decir que te sientes orgulloso de algo implica introducirlo en una escala de valoración. Enorgullecerte de ello significa considerar que es superior a otras cosas comparables. Si estás orgulloso de ser alto, significa que piensas que eso es mejor que ser bajo. Si de ser español, que ello es preferible a ser inglés, francés, chino… Cuidado. Estamos entrando en el muy tenebroso jardín de la valoración de la persona por su condición sexual.

En efecto, nadie se siente orgulloso de tener diez dedos, de usar las piernas para caminar, de respirar aire… Las cosas admitidas como normales no pueden ser motivo de orgullo, como tampoco de rechazo o desprecio. Y aquí llegamos al punto crítico del asunto. La normalidad. Si alguien aspira a ser considerado una persona normal y que una determinada circunstancia innata no sirva para apartarla de esa normalidad, no puede al mismo tiempo pasearse por ahí exhibiendo “orgulloso” ésta. Si eres normal eres como yo, y si eres como yo y no mejor, ¿de qué pues te enorgulleces? Si ser homosexual no es nada malo ni de lo que avergonzarse, tampoco puede ser nada bueno ni de lo que enorgullecerse. Simplemente, en materia de orientación, cada cual es como es, sin que ello sea positivo ni negativo, mejor o peor. Si, en cambio, organizas celebraciones pomposas para proclamar desde una plataforma lo orgulloso que te sientes de ser como eres, lógicamente y por aplicación del Principio de Acción y Reacción (que es de los que nunca fallan. Qué talento el de Newton), acabarás provocando ineludiblemente la reacción, valga la redundancia, de quien no es homosexual y entiende que, si tú estás orgulloso de serlo, él no tiene por qué ser menos. Y claro, los orgullos contrapuestos siempre acaban enfrentados, tanto  más cuanto más cercanos sean y más tengan que verse las caras. Piénsese la rivalidad entre aficiones rivales (Barça/Madrid, Sevilla/Betis, Liverpool/Manchester). O entre religiones. O entre ideologías... “Oye, que si tú estás orgulloso de que te gusten las personas de tu mismo sexo, más lo estoy yo de que me gusten a mí las del contrario. LO MÍO SIEMPRE MEJOR QUE LO DE LOS DEMÁS”.

Habrá quien diga que estoy forzando las cosas para buscar un argumento contra esta fiesta, pero estoy convencido de que lo explicado es una de las consideraciones de más entidad en relación al rechazo que provoca en mucha gente. A nadie le resulta agradable que vengan a pasarle por las narices una bandera que no es la suya. Como poco, provocarás con ello deseos en aquél de sacar ésta para responderte, y de ahí al enfrentamiento hay un paso. En una sociedad en la cual los prejuicios relacionados con este tema no existieran ya resultaría tal actitud susceptible de provocar tal reacción, ni digamos en una en la cual todavía subyacen latentes muchos de éstos.

La celebración de la Semana del Orgullo Gay no ayuda en absoluto a la aceptación e integración de los homosexuales. Si quieres que te acepten como normal no puedes ir alardeando de cuán diferente eres, porque si lo haces igual acabas convenciéndome de que lo eres de verdad, y entonces surgen inevitablemente los recelos y las comparaciones, dando lugar a una rivalidad. Si te subes a una carroza a gritar que eres homosexual y te encanta serlo, al final conseguirás que me entren ganas de alzar la voz a mí también para contestarte que yo soy heterosexual y estoy tan contento como tú. Ningún problema, ¿verdad? Cada cual es como es, nos aceptamos todos y a vivir felices y en armonía. Explícaselo a los millones de muertos que cuenta la historia de la Humanidad por enfrentamientos entre diferentes formas de pensar, creer, sentir… La facilidad para evitar confrontaciones con el diferent no es nuestro fuerte, más bien lo contrario. Si te empeñas en decirme que tu condición sexual es la leche, al principio puede que hasta resultes gracioso y simpático, pero a la larga acabarás provocando la natural reacción en los demás de defender lo suyo con la misma energía, y ahí pasamos de la armonía a la competición. Mal asunto. Si lo que se pretende es la integración y aceptación en plena igualdad de los homosexuales, lo procedente es llevar cada cual su condición sexual sin estridencias ni alardes. Si los heterosexuales lo hacen sin ir por la calle proclamando a los cuatro vientos que lo son, va a ser pedir peras al olmo decirles que los homosexuales es procedente y está justificado que lo hagan, pero no lo sería que ellos lo hicieran. O todos moros o todos cristianos, porque si somos moros y cristianos y uno de los dos se empeña en pasarle al otro sus banderas y mostrarle lo orgulloso que está de serlo, la reacción es inevitable.

No me gusta ver al Ayuntamiento de la capital de mi país adornado con la bandera del arco iris. Ni a homosexuales extranjeros afirmando felices ante una cámara de tv que  "Madrid es muy gay". Ni al Jefe del Estado dando su bendición a esta celebración... Porque yo no soy homosexual. Ni quiero serlo. Si tú lo eres y te sientes feliz de serlo me parece muy bien, pero no me lo pasees por la cara, porque entonces te contestaré yo lo mismo de mi condición y ello acabará provocando fricciones entre los más exaltados. Si de lo que se trata es de reivindicar el derecho a no ser discriminado por tu orientación sexual, se me ocurren muchas maneras más dignas y no controvertidas de hacerlo. Una semana de actividades culturales por ejemplo, con reconocimientos, homenajes, menciones, etc a las personas y colectivos que en el mundo se oponen o sufren esa discriminación. No me parece que subirse a una ridícula carroza medio en pelotas o vestido de mamarracho sea una forma ideal y de conseguir esos fines. Y sin embargo parece ser que hay quien está convencido de que es  lo más efectivo para concienciar a los más reacios que siguen en aquélla. Seguro que Ahmadineyad, los imanes homófobos, los neonazis… han comenzado a replantearse sus ideas y comienzan a considerar la de admitir y tolerar la homosexualidad desde que comenzó a celebrarse esta chorrada. Ver marilocas histriónicas semidesnudas y/o gesticulando grotescamente, fijo que es algo que está removiendo para bien sus mentalidades. En unos cuantos años más con desfiles de éstos, habremos erradicado para siempre la homofobia. Sic.