Hace
algunos días, Manuela Carmena, la excelsa alcaldesa de la capital del reino, se
convertía de nuevo en protagonista de la polémica. Como ocurría con Robert
Mitchum en la cinta de Minnelli, con ella llegó el escándalo. Llegó éste con su
entrada en el Ayuntamiento y aun promete acompañarle hasta su salida. No será
el último a que asistamos propiciado por sus filias y fobias.
Con
motivo del XX aniversario del asesinato de Miguel Ángel blanco a manos de ETA, se
prepararon una serie de homenajes. No se trataba de un muerto más. Todas –vamos
a dejarlo en casi todas- las víctimas son igualmente importantes, pero algunas
han tenido mayor influencia que otras en relación con los acontecimientos y el
devenir político y social de nuestro país en los últimos años. Siempre hay
personas y/o casos que, por sus circunstancias particulares, se convierten en
especialmente representativos de algo. Cuando pensamos en la barbarie terrorista
y su saldo victimológico, dos son los rostros que más frecuentemente y con más
fuerza nos vienen a la mente, le pese a quien le pese: el de Irene Villa y el
de Miguel Ángel Blanco. Ambos dan perfecta muestra de la crueldad y falta de
escrúpulos con que la banda se empleó durante casi tres décadas. El de Miguel
Ángel además, supuso un hito en la Historia de nuestro país, marcando lo que
sería el principio del fin del terrorismo etarra. Con él algo cambió en la
mentalidad social. Miles de personas se lanzaron a la calle para exigir el
final de la violencia abertxale, y hasta en el País Vasco, por fin, los
ciudadanos contrarios a ésta olvidaron su temor para enfrentarse a los asesinos
a cara descubierta. Especialmente significativo fue el caso de unos chavales
militantes de HB que se vieron obligados a refugiarse en una taberna y tuvieron
que salir de allí escoltados por la Ertzaintza, al ser acosados por una
multitud con la que se toparon cuando ésta se manifestaba en repulsa del
asesinato del concejal popular. A partir de ahí, comenzó la descomposición de
ETA. Los golpes policiales se sucedieron con más frecuencia y rotundidad que
nunca hasta entonces, tanto en España como en Francia, y se actuó también contra
su aparato económico para evitar su regeneración. Aznar había sido el líder
político más temido por la banda desde la llegada de la democracia, y demostró
con creces que su miedo no era infundado. Cuando el PP perdió las elecciones de
2004 tras los fatídicos acontecimientos del 11M, ETA llevaba ya dos años sin
poder atentar, con su capacidad operativa totalmente anulada y al borde el KO
definitivo. En una palabra, VENCIDA.
Las
consecuencias que el asesinato de Miguel Ángel trajo, junto a otros
condicionantes, fue lo que deparó esa derrota final. Hasta entonces, muchas
vidas fueron segadas y mucho dolor se repartió sin que ninguna de ellas
acertara, por sus circunstancias y momento, a accionar ese clik en la
mentalidad popular iniciador de la reacción social que pondría a la banda contra
las cuerdas.
Manuela
se negó a colgar la foto de Miguel Ángel del balcón del ayuntamiento de Madrid.
Hay que tener el corazón muy duro para negarle esa petición a una hermana que
te lo pide por favor como reconocimiento para su hermano asesinado, pero ella
lo hizo. La misma alcaldesa “bondadosa” y “preocupada” por la justicia. La misma que destacó por sus polémicas
concesiones de Tercer Grado y Libertad Condicional a presos de ETA y GRAPO cuando
era juez de Vigilancia Penitenciaria. La misma que en 2011 asesoró al gobierno
vasco para estudiar la concesión de ayudas a víctimas policiales… Pocos días
antes sí colgó la del arco iris, símbolo del colectivo homosexual, durante la
celebración de la semana del Orgullo Gay, una causa tradicionalmente apoyada
por la izquierda desde la restauración de la democracia en nuestro país. Argumentó
para justificarlo que no se debía destacar a unas víctimas por encima de otras,
pues todas son igualmente importantes. Parece una argumento sensato. No lo es.
Es cínico. Hipócrita. También eso es tradicional en la izquierda. El cinismo y
la hipocresía.
Señora
Carmena, en este país, desde hace cuarenta años, se ha homenajeado a
determinadas víctimas del régimen franquista. Contra eso no tienen ustedes
nada, jamás han mostrado la más mínima objeción. Las trece célebres “rosas
rojas” fusiladas el 5 de agosto de 1939
en Madrid, Lorca, Miguel Hernández… todos ellos han sido homenajeados con el
beneplácito y satisfacción de la izquierda española, usted misma, señora alcaldesa,
incluida, estoy totalmente seguro. Con todas sus luces y sombras, como gustan decir
ustedes cuando se trata de los suyos (Castro) y no de los otros (Franco), que lo de éstos, aunque les
sean achacables exactamente los mismos méritos (política social y demás) y
deméritos (crímenes, represión, totalitarismo) que a aquéllos, son todo
sombras. Sus tan celebradas flores izquierdistas, militaron todas ellas en las Juventudes
Socialistas Unificadas (JSU), la rama juvenil del comunismo en España, que
aspiraba a implantar en nuestro país un régimen tan libre y demócrata como lo era
el de Stalin en la URSS, estado desde el que se financiaban. No lucharon por la
democracia como reza en la placa que les dedicaron en su ciudad, sino por traer
a España un régimen mucho más criminal y represor de lo que lo fue el
franquista. Miguel Hernández puede ser considerado un asesino que, entre otras
lindezas, contribuyó desde un tanque al acoso y bombardeo del Santuario de
Nuestra Señora de la Cabeza (Andújar, Jaen), en el cual se habían refugiado
alrededor de 1200 personas (165 guardias civiles con sus familias) a
consecuencia del temor a ser ejecutados (los milicianos habían
sacado de sus casas a terratenientes para fusilarlos, al igual que sacerdotes y
padres trinitarios) a consecuencia del recelo de éstos hacia ellos después de
que uno de sus capitanes se hubiera pasado al bando nacional junto a 200 de sus
hombres, a pesar de que la Guardia Civil en sí era considerada afecta a la
República. Muchos civiles inocentes murieron abatidos o a causa del hambre
durante los nueve meses que duró el asedio, mujeres y niños incluidos. Sin ser
propiamente enemigos siquiera, tan sólo provocado ello por el recelo del
populacho rojeril armado.
Miguel
Ángel no mató a nadie. No participó en ningún asalto, ni militó en ningún
partido antidemocrático, partidario y financiado por un régimen dictatorial
criminal. Y sin embargo, a él le negaron ustedes las distinciones con que
regalaron a esos “héroes” de su mitología particular. Le negó, su amiga Ada
Colau, una placa con su nombre para una calle de Barcelona. No quiso usted
colgar su foto del balcón de su ayuntamiento para homenajearlo en el aniversario
de su muerte. No es correcto distinguir a una víctima más que a otras. A los suyos -las rosas, los poetas…- sí, pero
a Miguen Ángel, que no era comunista, ni socialista… a él no.
Le
voy a decir yo la verdadera razón tras su decisión de no homenajear a Miguel
Ángel (porque recordemos que primero rechazó el mismo acto, y luego, cuando no le quedó más remedio que permitirlo y hasta participar en él, fue cuando limitó su negativa únicamente al cartel con su foto). En este país, pese a que ustedes se llenen tanto la boca hablando de los
crímenes fascistas, la única ideología que ha matado por motivo de ésta ha sido
la izquierda. Estuvo lo de los asesinatos de los abogados laboralistas en de
Atocha, sí. Un caso aislado. Frente a él, más de treinta años de violencia izquierdista.
Porque ETA era una banda terrorista de ideología izquierdista, cosa que gustan
ustedes muy poco de puntualizar y recordar. Y también los GRAPO. Prefieren
acusarlos de fascistas, como si los suyos no hubieran sido, no ya tan
criminales como éstos, sino mucho más aún (menos de 10 millones de víctimas de
la represión fascista, frente a los más de 100 de la comunista). Así dispersan.
Sólo existes si te nombran. Mientras no hablemos de crímenes izquierdistas,
bien va la cosa. Me hubiera gustado ver si estaba usted tan dispuesta a
conceder el Tercer Grado o la Libertad Condicional a alguno de esos neonazis
que, en algún caso, han matado a algún chaval izquierdista en una pelea.
Los
de ETA fueron crímenes izquierdistas. Y Miguen Ángel una persona de derechas.
No duele tanto como cuando es uno de los tuyos el asesinado por los fachas.
Ahora ETA ya no mata, y Arnaldo Otegui es un hombre de paz según su amigo el
coleta. Ahora que ya no emplean la violencia, ya no hay pega en relacionarse
con el entorno abertxale y abrazarse con sus líderes para hacer causa común,
que también son izquierdistas. Ahora sí. Entonces, cuando asesinaban, eran
fascistas: ahora que ya no lo hacen, vuelven a ser de los suyos. Pero claro, la
extrema izquierda vasca tiene un pasado. Se llama ETA. Ustedes son los que
piden tender puentes para superar ese capítulo trágico de nuestra historia
reciente. Reconciliación y generosidad. Con éstos, que son de izquierdas. Con los
otros, los asesinos del régimen franquista, con esos no. Esa es una herida que
no cierra ni queremos que cierre. Esa
no. La otra sí. Y claro, si homenajeamos a Miguel Ángel, es de esperar que poca
gracia le vaya a hacer a los chicos de Bildu, esos que ahora sí son de
izquierdas y jugamos todos en el mismo equipo.
Esa
es la cosa, Carmena. Cuando los que matan son de siniestra y los matados de
diestra, hay tendencia a ser más conciliadora con ellos, igual que ocurre con
la derecha y los crímenes y desmanes de los skin-heads
y demás fauna neofascista. Y si además corremos el riesgo de ofender a
nuestros amigos, los extremoizquierdistas vascos, más claro nos lo ponen aun.
Ese es el motivo. Perro no come carne de perro. Que todo eso de que Podemos,
Ahora Madrid, etc no son lo mismo está muy bien, pero no es más que mareo
formal de la perdiz. Al final vais todos en el mismo barco, y en España hay tan
sólo dos izquierdas: la socialdemocracia del PSOE, y el neocomunismo que es el
barco en el que navegáis todos los demás. Con bandera pirata, pero camuflada: antes con la foto del Ché, ahora con la del coleta.
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