miércoles, 30 de noviembre de 2016

CASTRISMO VS FRANQUISMO


Con motivo de la muerte del dictador Fidel Castro y la ola de críticas a su figura y política que con ésta se ha desatado, estamos viendo también en los últimos días ciertas réplicas que vienen a decir muchas tonterías, por lo demás en absoluto novedosas ni de reciente cuño. Ayer por la tarde, por ejemplo, aparecía este cuadro en el muro de mi cuenta de Facebook procedente de la de un amigo:

CUBA

Lo que tu gobierno te esconde

1-      Puesto en el índice de desarrollo humano de Latinoamérica: 5º. Sólo superado en su zona por Costa Rica. (ONU) 

2- Mortalidad infantil: 4’7. Inferior a EEUU y Canadá. (UNICEF).

3- Esperanza de vida de la población: 79 años. (UNICEF).

4- Posiblemente el país con menos delincuencia violenta del mundo. (CIA World Factbook).

5- El país con mayor tasa universitaria (UNESCO).

6- Uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo. (OMS).

7- Tasa de desempleo: 1’9%. (CIA World Factbook).

8- Niños o familias sin hogar: 0% (UNICEF).

9- Analfabetismo: 0% (UNICEF).

10- Explotación infantil: 0% (UNICEF).

11- Desnutrición: 0%. Uno de los pocos países en el mundo que ha conseguido esta cifra (UNICEF).

11- El 2º país de América con mayor obesidad infantil. (OMS). Por si no queda claro lo de la desnutrición.

12- Único país del mundo que ha conseguido los objetivos del milenio, (ONU).

Pues bien, al margen de que lo primero que procedería sería una comprobación de la exactitud de esos datos y su correspondencia temporal (que no han quedado desfasados), aun dándolos por buenos, cabría, en primer lugar, analizar de la siguiente manera: 

En cuanto al primer argumento, en el cómputo de toda Latinoamérica la superan por tanto Brasil, México, Argentina y otro estado  más, probablemente Uruguay, Chile o Colombia. Es decir, cualquier estado latinoamericano mínimamente desarrollado. Respecto a eso de que en su zona “sólo” es superada por Costa Rica, hay que tener en cuenta que su zona es Centroamérica (Guatemala, Honduras, República Dominicana) es una de las más pobres del mundo. Aquello de que en el país de los ciegos, el tuerto es el rey. Y ni siquiera sería el rey, sino el príncipe, pues el trono dice el propio argumento que corresponde a Costa Rica, que tampoco es que sea una potencia económica precisamente. Poderoso argumento.

Argumentos del 2 al 9: Lo mismo podría decirse de cualquier dictadura. En todas éstas, una vez consolidadas, no existe o es prácticamente testimonial el paro, la delincuencia… y las políticas sociales amparan a los más débiles.

Argumento 10: Es posible que así sea, pero desde fecha reciente. Hasta la apertura al mundo posibilitada por Obama y los EEUU, Cuba se moría de hambre.

Argumento 11: ¿Ser el segundo país americano con mayor tasa de obesidad infantil es un dato positivo? Como dirían los yanquis: WTF¡¡ Por otro lado, quizá esto esté en relación con el argumento anterior y desmerezca ambos. Es posible que el hambre se haya superado alimentando a la población con una dieta basada en gran medida en los hidratos de carbono (fruta, cereales, patatas…) y deficitaria en proteínas y otros nutrientes. Ello sería coherente con la situación del país y explicaría que no haya desnutrición y que, al tiempo, tenga esa elevadísima tasa de obesidad. 

Argumento 12: Es posible. Pero hay que tener en cuenta que, entre los países que no lo han conseguido, se encuentran  la práctica totalidad de los más desarrollados. Parece bastante asequible conseguir los objetivos de reducción de la emisión de gases nocivos y demás, cuando apenas tienes industria.

Finalizado este repaso argumental y, por lo demás, recordemos los logros sociales de la dictadura franquista en España y pongámoslos en comparación:

- Creación del “Auxilio Social” que, entre otras prestaciones, “sembró” España de Comedores gratuitos para los más necesitados.

- Creación de la Seguridad Social Universal.

.- Creación de la Pensión por Jubilación, y también la de Viudedad (según cotización).

- Establecimiento de la edad obligatoria de Jubilación.

- Creación de Escuelas Públicas y Gratuitas, para la enseñanza obligatoria, con el fin de erradicar el analfabetismo.

- Fomento y creación de Universidades para enseñanza superior.

- Creación de Escuelas de Formación Profesional.

- Establecimiento de una edad mínima para el comienzo de la vida laboral.

- Establecimiento del Sueldo Mínimo Interprofesional.

- Establecimiento de fecha tope para el Contrato de Pruebas.

- Garantía de compensación económica para casos de despido improcedente.

- Creación del Estatuto de los Trabajadores que garantizaban a éstos lo ya mencionado y mucho más.

- Creación de cientos de miles de viviendas sociales, (en aquel tiempo llamadas “sindicales”) para las clases obreras más desprotegidas y eliminar el chabolismo.

- Reestructuración e incremento la red ferroviaria para fomentar la industria y el transporte.

- Creación de una red de pantanos, para conseguir energía eléctrica, al tiempo que convertía en fértiles tierras de regadío, millones de hectáreas hasta entonces poco productivas.

- Reestructuración y ampliación de la red eléctrica, así como la red de alcantarillados.

- Creación de la empresa estatal Telefónica.

- Creación de la radio pública y, en su momento, también la televisión pública.

- Incrementó al máximo, los servicios públicos de pavimentación a través de los ayuntamientos.

- Creación de Empresas para protección e integración de personas con minusvalías, como la ONCE, Apuestas Deportivas Benéficas, etc.

-Creación de empresas petroleras estatales.

- Creó la participación directa del Estado en el fomento y desarrollo de la industria, la ganadería y la agricultura, mediante:

a) Subvencionando planes de desarrollo a las zonas más empobrecidas.

b).- Elección de Vascongadas, Cataluña, Valencia y Aragón como zonas privilegiadas para fomentar al máximo la industria, dado que, en parte, ya existían.

¿Qué diferencia hay pues entre esto y lo que se está elogiando del régimen castrista. Porque la cuestión es que, los mismos que están alabando las “bondades” de éste (podemitas, comunistas…), son los que reniegan y condenan las maldades del franquismo y no le encuentran nada positivo a éste. Es el cinismo habitual de la izquierda, su seña de identidad que forma parte de su ADN. Carolina Bescansa se refería a Castro y su régimen “con sus luces y sus sombras”. Al franquismo sólo le ven sombras. Señora de la teta y el niño en el Parlamento, aclárense y hagan el favor de no ser tan hipócritas. Como acabamos de ver, no hay nada en el castrismo (ni en cualquier otra dictadura de izquierdas) que pueda ser alabado y no se haya dado igualmente en el resto de regímenes totalitarios de diestra o siniestra consolidado.


*Datos sobre el franquismo obtenidos de: LOGROS SOCIALES DEL FRANQUISMO « ruedademolino – La Coctelera.

domingo, 20 de noviembre de 2016

EL BULO DEL DÍA EN QUE LOS ESPAÑOLES DIJERON SÍ A LA MONARQUÍA



"En lógica, una falacia (del latín: fallacia, ‘engaño’) es un argumento que parece válido, pero no lo es.  Algunas falacias se cometen intencionalmente para persuadir o manipular a los demás, mientras que otras se cometen sin intención debido a descuidos o ignorancia. En ocasiones las falacias pueden ser muy sutiles y persuasivas, por lo que se debe poner mucha atención para detectarlas." (Wikipedia)

……………………………………………………

En los últimos días, La Sexta ha revelado una afirmación vertida por el ex presidente Adolfo Suárez en el contexto de una entrevista realizada por Victoria Prego. En el transcurso de ésta, a Suárez parece ser que se le escapó que, en su momento, no se procedió a un referéndum para que el pueblo decidiese si quería a la monarquía, porque los datos que el sí a ésta perdía. Inmediatamente y a pesar de ser Victoria una de las periodistas más prestigiosas de la Transición y los años 80 y 90, diversas páginas han salido al paso acusando a la extrema izquierda y trayendo a colación de nuevo aquello de que “el pueblo sí votó a la Monarquía”. Concretamente, el argumento consiste en afirmar que: Sí que hubo no uno, sino dos referendos en los que el pueblo español apoyó masivamente la Monarquía como forma de Estado. El primero fue el referéndum sobre el Proyecto de Ley para la Reforma Política de diciembre de 1976, con un 94,17% de votos a favor. El segundo fue el referéndum de la Constitución de diciembre de 1978, con un 87,78% de fotos a favor”.

Pues bien, este argumento es una falacia de libro (y el que escribe no es izquierdista, al nombre de esta misma web remito. Ser de derechas no implica ser monárquico, pese a lo que muchos, tanto desde la izquierda como desde la derecha, pretendan vendernos), además de una de las mayores perversiones y cinismos de la transición. Me explico: el país venía de la experiencia de vivir cuarenta años de franquismo. España vivía en un estado político anacrónico en el contexto de Europa y el Occidente desarrollado. Nuevos vientos llegaban desde más allá de los Pirineos. Era el momento de poner fin al pasado y ponerse en armonía con los nuevos tiempos. La gente quería democracia.

Por otro lado, la figura del Rey resultaba necesaria como concesión a la extrema derecha. El Ejército, omnipresente todavía en la vida civil de la nación, estaba con la restauración y aquél resultaba preciso para mantenerlo tranquilo ante las tormentas y convulsiones que se avecinaban (legalización del Partido Comunista, reconocimiento de autonomías, etc). El peligro de que estallase y se sublevase para tomar el poder por la fuerza de las armas era muy real y estaba muy presente.

El Rey era imprescindible. Ante la propuesta de fin del régimen franquista, con concesiones al enemigo vencido en la guerra (comunistas) y retirada progresiva de poder a las Fuerzas Armadas, sólo una concesión a su vez de este tipo al Ejército y la extrema derecha podía garantizar la viabilidad del proceso constituyente. No olvidemos que requetés y resto de la derecha monárquica lucharon junto a Franco creyendo que éste restauraría la Monarquía Absoluta como régimen de gobierno nacional. Luego el Generalísimo se fue por otros derroteros, ante las protestas de muchos militares –como el general Mola-, y él los tranquilizó designando a Juan Carlos de Borbón, nieto del último rey de España por aquel entonces, como su sucesor.

La Monarquía era pues condición indispensable para mantener a la extrema derecha, poderosísima en aquella época, tranquila y evitar un nuevo golpe de estado y, con ello, muy probablemente una nueva guerra civil. Pero las encuestas, como reconoció
Suárez en su entrevista, anunciaban la victoria del no. De haber sido lo contrario –o serlo ahora-, ¿qué duda cabe de qué hubieran procedido –o procederían hoy mismo- a la realización de un referéndum popular para dejar el asunto saldado y la situación pacificada de una vez por todas? Cuando no lo hicieron –ni lo hacen-, es, evidentemente, porque temían –y temen- una victoria del No, y eso era algo que la coyuntura política del momento no podía permitirse.

Se metió al Rey en el pack constitucional, en lugar de decidir el asunto en un plebiscito aparte y específico. El monarca venía con la Constitución. Era, o democracia con monarquía, o continuar con el franquismo. Como ya se ha dicho, la gente estaba ansiosa por salir de la dictadura, quería democracia. No fue una elección libre: fue un chantaje político. Incluso Carrillo hubo de transigir y los comunistas votaron a favor. ¿Alguien cree que fue por algún tipo de iluminación que los tornó monárquicos al  instante y sólo por un momento, para cumplir con el trámite de la votación y volver al republicanismo recalcitrante tras él?

La Historia reconocerá en su día la manipulación. De hecho, ya ha comenzado a hacerlo, con la revelación de la afirmación de Suárez. Hasta entonces, el día en que todo se reconozca oficialmente (creo recordar que son cincuenta años los que, según los historiadores, los hechos puedan considerarse historia y, los más polémicos, reconocerse sin temor a que afecte a la nueva situación política), seguiremos escuchando aquello de que el pueblo español votó sí a la Monarquía.

domingo, 13 de noviembre de 2016

¿QUÉ ES SER DE DERECHAS?




Así titulaba un profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Alicante, cuyo nombre no recuerdo y a cuyas clases no tuve la suerte o la desdicha de asistir, un artículo de su autoría publicado en el diario Información de Alicante hace algunos años. Me llamó mucho la atención, pues yo mismo había venido reflexionando sobre el asunto desde hacía mucho. Tras una serie de descartes de las respuestas más tópicas que cabría imaginar a tal pregunta, el hombre, desde su razonamiento prejuicioso y condicionado (el departamento de Derecho  Constitucional de la citada universidad  al completo ­-no me consta ninguna excepción- se adscribe a la izquierda del ideario político, desde la social-democracia -pocos-, hasta el rojerío y/o feminismo confesos -expresa o tácitamente-. Muy revelador ver a la “moderada” Mar Esquembre -con ésta si di clases- posando puño en alto ante un monumento a Marx), acababa concluyendo que ser derechas significa algo así como ser inmovilista\tener miedo a los cambios, creo recordar. Lo que se viene llamando un disparate, vamos.  Yo se lo explicaré, profesor, porque su conclusión viene a ser algo así como la que podría elevar Pedro Sánchez acerca de las luces del gobierno de Aznar o Pablo Iglesias acerca de las virtudes de la economía de mercado. Pura visión objetiva e incondicionada, vamos.

Empezaremos, como hizo el dogmático, por los descartes. A priori puede  parecer sencilla, por obvia y de de cajón, la pregunta que da título a este artículo, pero lo cierto es que todas las comunes que suelen darse suponen una serie de tópicos y lugares comunes que, realmente, poco o  nada tienen que ver con una derecha pura o auténtica. Todos ellos tienen algo de la esencia derechista, pero se pierden en desviaciones que les acaban llevando a puertos bien distintos de aquéllos en que ésta atraca.

Ser de derechas implica ser ultranacionalista, un sentimiento de patriotismo exacerbado. Falso. ¿Cómo encajaría en esa afirmación el liberalismo o el neoliberalismo? La derecha del Capital, la de las multinacionales que únicamente se rigen por criterios de mercado, el capitalismo más feroz y despiadado, pasando por encima e imponiéndose a menudo a los estados, débiles (cada día más) la mayoría de ellos ya para proteger sus intereses y los de sus nacionales frente a los de aquéllas.

Ser de derechas significa estar de parte del Capital. Falso. ¿Cómo cuadraría eso con los fascismos, nazismo, etc, que fueron movimientos obreros, socialistas, sindicalistas y ferozmente anticapitalistas?

Ser de derechas significa estar de parte del Poder. Falso. ¿Son de derechas los prochavistas venezolanos, los castristas cubanos, los comunistas coreanos…  que a apoyan  y secundan los regímenes dictatoriales o cuasi dictatoriales de sus países?

Ser de derechas significa ser conservador. Difícilmente. ¿Es conservadora la política de los operadores del mercado, en permanente búsqueda de novedades que permitan romperlo para obtener con ello una ventaja sobre los competidores? Por otro lado, como bien apuntaba el profesor en su artículo, hay grupos de izquierda que se  caracterizan por su labor en defensa y para  la conservación de determinadas tradiciones culturales.

La gente de derechas es ultracatólica. ¿Y los WASP (White Anglosaxon and  Protestant, siglas que designan al americano perfecto según determinados grupos de la extrema derecha estadounidense?)? Hitler concibió a la Iglesia Católica como su mayor y último enemigo. Alguien podría replicar: “OK, ultrareligioso. Cada  cual según su religión”. Sin embargo, los nacional-socialistas alemanes no abrazaron ningún credo y muchos neoliberales son ateos. Nietzche, cuya  filosofía fue base esencial para aquéllos, lo fue ferozmente.

La gente de derechas es inmovilista, teme los cambios, como concluía el profesor. ¿En serio? ¿Cree alguien que los nazis encajaban en esa definición? De hecho, buscaban dar forma una nueva Europa, rompiendo con todo lo que había venido asentándose  durante los últimos siglos? ¿No se caracteriza la economía de mercado por sus continuas revoluciones de éste merced a la aparición de nuevos productos y tecnologías? 

Algunas de estas afirmaciones reflejan parte de la esencia de la derecha, si bien, como vemos, ninguna permite definir a las distintas manifestaciones de la realidad derechista de forma unitaria.  ¿Qué tienen en común los nazis de la Alemania de Hitler, los liberales de la Revolución Industrial, los conservadores de Ángela Merkel o Margaret Thatcher, los hebreos antipalestinos, los demócratas norteamericanos…? Como veremos, existe un mismo tronco del que parten todas estas ramas.

La Derecha sostiene una concepción de la realidad que puede concretarse como darwinismo social, mayor o menormente corregido, según se adopte un posicionamiento más centrado o más extremista, por la intervención de la racionalidad humana. Es el ensalzamiento del fuerte frente a la defensa del débil de la Izquierda. Pero ello no debe confundirse con la defensa del Capital o el estar de parte del Poder de que hablábamos antes, lo cual resulta malinterpretación y desviación del principio derechista, ya que también hay individuos débiles en el poder o ricos. En definitiva, se trata del posicionamiento a favor del triunfador, opuesto al apoyo izquierdista al perdedor –los  parias de la Tierra de que habla La Internacional-.

La sociedad humana no es más que una manifestación más de la realidad en que permanecemos sumidos todos los seres vivos, y por tanto está regida por las mismas leyes que ésta, las cuales imponen la competencia por unos recursos limitados. Ello determina el triunfo de los mejores, entendido el concepto como los más competitivos y mejor adaptados, frente a los menos competitivos o peor adaptados. A partir de esto, podemos comenzar a construir nuestro modelo teórico, que vendría a ser algo así:

EXTREMA DERECHA: Condena la debilidad y abandona totalmente al débil a su suerte. Supone el desentendimiento de los problemas ajenos (hambre, enfermedad, carencias, dificultades económicas…) y la insolidaridad más brutales. Es la Ley de la Selva. Los individuos deben competir entre ellos. Los mejores triunfan y los peores se hunden. Sin más. El Estado no debe intervenir, sino dejar que las cosas sigan su curso natural. No hay lástima ni obligación alguna de ser altruista ni sensible al drama de los enfermos, los desempleados, los arruinados…

DERECHA MODERADA: Condena la debilidad, pero no abandona al débil. No obstante, su apoyo a éste no es ilimitado. Hay que ayudarle para que pueda llegar a convertirse en fuerte, pero él por su parte debe aprovechar el apoyo que se le presta, pues no será eterno, y si no consigue salir adelante con éste, no quedará más remedio que abandonarlo a su suerte. No se le niega ayuda, pero se le ofrece, por ejemplo (el número es tan sólo conjeturación mía a efectos ilustrativos), una sola oportunidad que tendrá que aprovechar al máximo, pues no tendrá otra y tras ello habrá de continuar el vuelo por sí mismo y con sus propias fuerzas, sin más ayudas en caso de que vuelva a fracasar.

CENTRO: Vendría a ser una combinación entre la anterior y la siguiente, con exclusión de determinadas premisas de ambas. Por ejemplo: no condena la debilidad, pero tampoco ofrece tantas oportunidades como la izquierda moderada.

IZQUIERDA MODERADA: No condena la debilidad y no abandona al débil. No obstante, su apoyo tampoco es ilimitado, pues la Sociedad no puede permitírselo. Sí sería más prolongado en cambio que el brindado por la derecha moderada –digamos que cabría ofrecerle, por ejemplo (seguimos teorizando), hasta tres oportunidades-. Tampoco hay concepto de que sea necesaria una conversión en fuerte, sino tan sólo alcanzar un mínimo que permita sobrevivir por sí mismo. En caso de fracasar a pesar de todo, hay una mayor condescendencia que en el caso de la derecha moderada, pero tampoco ilimitada.

EXTREMA IZQUIERDA: No condena la debilidad y apoya incondicional e ilimitadamente al débil. Nunca se le dejará caer y se le brindarán oportunidades sin número. Supone la solidaridad más absoluta.

Evidentemente, las posiciones extremas suponen la inviabilidad para cualquier sociedad. Sin solidaridad (en mayor o menor grado) entre sus integrantes, ésta no puede prosperar y carece de sentido. El ser humano se organizó en sociedades para aprovechar las sinergias que aporta la colaboración entre individuos, organizándose para aprovechar los recursos y protegerse frente a las adversidades. La Ley de la Selva es la del más fuerte. Sólo piensa en el individuo y anula los mecanismos que permiten la colaboración entre éstos para alcanzar un estadio superior de bienestar.

La solidaridad sin límites por su parte, si bien a través de cauces distintos, viene a derivar en el mismo resultado de inviabilidad social, pues sin selección no hay evolución. La Sociedad quedaría estancada en un estadio básico, incapaz de evolucionar, y lo que no evoluciona está condenado a extinguirse. Muchos individuos, sabedores de que no se les va a abandonar a su suerte en ningún caso, dejarían de trabajar y producir, dedicándose a vivir de las ayudas del Estado. Ayudas que supondrían un lastre para éste que acabaría en su colapso, pues deberían ser costeadas por la población productiva, que progresivamente iría reduciendo su volumen hasta resultar insuficiente para cubrir el gasto, originando la implosión del sistema.




RENACIMIENTO


Hace cinco años inicié el proyecto de un blog con este mismo título, con la intención de plasmar en él mis reflexiones internas y la evolución de éstas en el tiempo. Por cuestiones diversas, publiqué entonces únicamente dos artículos, ambos al calor del fenómeno que supuso el movimiento Indignados 15-M, abandonándolo después hasta el presente.

En fin, retomo hoy la idea con la intención de darle más continuidad esta vez. Dado que no recuerdo la contraseña de aquel primer blog (que aún existe), he decidido crear uno nuevo e incluir en él aquellas dos publicaciones.

Saludos a todos y bienvenido todo aquél que desee participar comentando desde el respeto.

INDIGNADO CON LOS INDIGNADOS II (Publicación original en fecha 19/06/2016

Hoy toca el segundo repaso a los indignados. Como ya adelanté, llega el turno ahora al contenido de sus reclamaciones. Con tantas acampadas y tomas de plazas resulta difícil conocer todas ellas, pero más o menos todas coinciden en los siguientes puntos básicos:
·          Reforma de la Ley electoral. Exigencia de una que garantice la igualdad de voto y no fomente el bipartidismo y la alternancia en el poder.
OK, así dicho suena muy bien. Que no se limiten a dos partidos las posibilidades de gobierno, extendiendo la posibilidad de ganar las elecciones a otras fuerzas políticas diferentes a las dos que actualmente se reparten el pastel. Muy bonito e idílico, sí, pero sin ninguna utilidad ni viabilidad práctica. Ya pasamos por eso con la Primera República y fue un caos.
A ver, planteémonos una cosa: actualmente existen dos partidos dominantes. Bien. ¿Qué ocurre cuando hay que tomar una decisión? Pocas veces o ninguna se ponen de acuerdo. Si uno dice blanco, el otro responde negro. Es lógico. Cada cual lleva a cabo una batalla de desgaste en contra del rival. Hay que ver mal lo que hace, ya que lo contrario sería echarle flores, y no parece ello algo muy aconsejable para un partido que aspire arrebatarle a otro el Gobierno en unas elecciones.
En fin, lo dicho. Muy extraña es la vez en que llegan a un acuerdo. Siendo sólo dos. Ahora imaginemos que fueran tres, cuatro, cinco… las fuerzas políticas con peso específico similar.  Lo imagináis, ¿no? Las posibilidades de alcanzar un acuerdo en las decisiones a tomar serían más reducidas cuanto más grupos hubieran de participar en el acuerdo, con lo cual sería imposible llevar a cabo una función de gobierno.
Como dije, es lo que pasaba en la Primera República, con multitud de grupos de fuerza similar, y es lo que ocurre actualmente en el seno de la ONU. El número de estados miembros ha aumentado hasta un nivel que hace dificilísimo alcanzar las mayorías requeridas, con lo cual resulta casi utópica la toma de decisiones generales que obliguen a todos. Lo vemos, por ejemplo, en las continuas frustraciones en la intención de ampliar los espacios de protección para las ballenas. Japón siempre se las ingenia para convencer –económicamente- a los estados suficientes para impedirlo.
Pues la cosa sería igual, pero a nivel nacional. Práctica imposibilidad pata alcanzar acuerdos en materia de terrorismo, económica, comunitaria, legal, etc. Sería dificilísimo y, en el mejor de los casos, llevaría muchísimo tiempo la toma de decisiones en caso de amenaza terrorista, por ejemplo. Siendo como es un tema que requiere muy a menudo de una actuación inmediata y sin demora, habría que esperar a que todas esas fuerzas políticas dominantes llegasen a un acuerdo. Lo mismo en caso de ser necesaria la aprobación de una Ley. A unos no les gustaría un punto, a los otros no les convencería el otro… En definitiva, el Estado sin gobierno ni dirección efectiva = caos político, económico, estructural, legal… De nuevo, remito a las experiencias de la Primera República o la actual de la ONU, organismo en el cual, al momento presente, la posibilidad de una actuación internacional y concertada se hace prácticamente inviable. Resulta urgentísima en algunos temas, tales como la emisión de gases contaminantes, protección de espacios marinos, etc, pero resulta imposible alcanzar un acuerdo que vincule a todos.
·          Democracia participativa. No conceder la autoridad sino que los ciudadanos tengan voz y voto en las decisiones más importantes.
Otra cosa que suena muy bien. Es lo que ellos llaman democracia real y, en realidad, es bastante parecido a lo que se denomina democracia directa; algo que, de hecho, yo suelo defender. Estaríamos bastante de acuerdo en este punto pues, de no ser por el cinismo e hipocresía que suele presidir las actuaciones y reclamaciones de la izquierda –estoy abierto a debatir lo contrario si alguien me da razones convincentes-. Porque el movimiento 15-M, por más que pretendan vendernos la moto, es un movimiento de izquierdas. Se alega que allí tiene cabida cualquiera, pero sólo hay que echar una mirada a su cabezas visibles, a las frases que corean en sus manifestaciones y actos –“el pueblo… unido… ¡jamás será vendido!”; “¡no pasarán!”... Ilustrativo ¿no?-, a los nombres de sus campamentos –campamento palestina...- o los grupos e ideologías que los apoyan o han apoyado –feministas, políticos socialistas e izquierdistas…-.
Para saber de qué hablamos, hay que tener claros los conceptos. A menudo afirmo que los juristas y futuros juristas entendemos de leyes, pero que de justicia puede entender cualquiera. Perfecto. Pero es que en este tema se están mezclando ambas cosas.
Veamos: existen dos tipos de democracia, la democracia directa y la democracia representativa. En la primera, los mismos ciudadanos son los que toman las decisiones a través de su voto, sometiéndose éstas a referéndum para su adopción. Como el referéndum del 86 sobre la permanencia de España en la OTAN –el cual, por cierto, tuvo lugar el día de mi cumpleaños, suponiendo un bonito regalo la victoria del sí a la misma-. En la segunda en cambio, los ciudadanos eligen a unos representantes para que tomen las decisiones por ellos. En principio la Constitución excluye la posibilidad de que los gobernantes así elegidos, adopten después decisiones contrarias a las de su programa electoral, pues no estarían representando entonces a sus votantes ni, por tanto, respetando el principio básico y legitimador de este tipo de democracia. Lo que ocurre en la práctica no obstante, es bien distinto, ya lo sabemos, tanto si miras a izquierda como a derecha. Pero bueno, ya se sabe también que “España is diferent”.
OK. El otro día encontré a Maria Antonia Iglesias en La Noria defendiendo a los indignados y afirmando que algunas de sus reclamaciones y ésta expresamente mencionada, le parecen muy racionales. Y ahí voy con lo de la hipocresía. Con un sistema de democracia directa para la toma de decisiones importantes, habría que someter a referéndum temas como el de la introducción de la cadena perpetua en España o la continuidad de la Monarquía, posturas al respecto de las cuales la izquierda permanece enrocada –también la derecha en cuanto a lo segundo, mal que me pese-, dando nones y aferrándose a posturas más típicas de un estado autoritario que de uno democrático. La señora Maria Antonia Iglesias y la izquierda en general, dicen que no, que no y que más no a la perpetua, a pesar de que es solicitada alto y claro por un 87% de la población. El argumento de que la Constitución no la permite y, por tanto, es incosntitucional solicitarla, es falaz y aun falso. La CE se puede reformar cuando resulte necesario. En su propio texto prevé dos instrumentos para ello. Concretamente, en su Título X, artículos 166 a 169. Rubalcaba pidió a Rajoy que no fuera inconstitucional cuando solicitó la reforma para incluir la cadena perpetua en el Código Penal. Señor Rubalcaba, no sea usted falaz ni demagogo.
A lo que vamos e interesa, es a que, como digo, María Antonia y la izquierda en general se niegan en rotundo a aceptar la inclusión de la cadena perpetua y aun a ofrecer la posibilidad de someter el tema a votación. Ya propuso la idea alguna comentarista y María Antonia erre que erre. Que no, que no y que no. Que hay decisiones que no se pueden dejar a los ciudadanos. ¡Ole, ole y ole! ¡Di que sí, María Antonia! Voz y voto en las decisiones más importantes, pero sólo en las que a vosotros y vuestra ideología y planteamientos venga bien, ¿eh?
Lo que yo decía: cinismo e hipocresía típicos de  la izquierda. Como cuando acusaba esta señora al cura Apeles o al padre de Mari Luz, la niña de cuatro años asesinada por Santiago del Valle, de autoritarios y antidemocráticos por hablar constantemente, interrumpiéndola y no dejándole hacerlo a ella. Es decir, justa y exactamente lo mismo que hace ella semana tras semana. Perfecto retrato del típico argumento izquierdista: si lo hacen los de derechas, son unos fascistas autoritarios. Si lo hacemos los de izquierdas… bueno…
·          Intolerancia a la corrupción y transparencia política y bancaria. El nivel de corrupción ha alcanzado un nivel muy alto, existiendo incluso una que afecta a la separación de poderes que debe volver a su idea original, distinguiendo poder político y judicial.
Bueno, de nuevo se está hablando sin saber de qué se habla. Lo de combatir la corrupción está bien, aunque no habría que identificarla como una de las causas de la crisis sin pruebas directas. Es decir, ha habido  escándalos del tipo en municipios y hasta estados de economía boyante. Gil por ejemplo, prototipo de político corrupto, levantó Marbella hasta el nivel de sus mejores tiempos. El pueblo marbellí lo adoraba. Hay que meter en la cárcel a los corruptos, sí, pero no está muy claro eso de que ellos tengan la mayor parte de culpa en el tema de la crisis.
Pero a donde voy con lo de que se está hablando sin saber, es a lo de que afecta a la separación de poderes –por cierto, la división es en poder ejecutivo, legislativo y judicial, no en poder político y judicial-. A ver, almas de cántaro; la separación estricta se postuló y aplicó en la Revolución Francesa y regímenes similares al por ella instaurado en épocas inmediatamente posteriores, pero con el tiempo se ha demostrado inaplicable. Repito: la separación ESTRICTA. Sigue habiendo separación de poderes hoy día, pero no estricta, y ello porque no resulta esto posible. Así, hay ocasiones que la Administración ha de asumir funciones legislativas. Por ejemplo, existen ocasiones en que se debe dictar una Ley en forma inmediata y urgente para hacer frente a un problema inesperadamente sobrevenido. El procedimiento legislador ordinario está atribuido por la CE a las Cortes Generales. Sin embargo, se trata de un procedimiento lento y que implica unos plazos que lo hacen inútil en esos casos. Es por ello que se autoriza en esas ocasiones al Gobierno a dictar decretos-ley, que son normas con fuerza de Ley y que entran en vigor desde su emisión, debiendo ser después ratificadas por las Cortes. Se posibilita así legislar con una agilidad que resulta necesaria en ocasiones y de la que no dispone el procedimiento ordinario, que requiere propuestas, votaciones, etc.
De la misma manera, existen otros ámbitos en que un poder ha de asumir funciones propias de los otros para posibilitar el funcionamiento de un estado democrático. Aplicar la división estricta, le privaría de cualquier capacidad de reacción y adaptación.

INDIGNADO CON LOS INDIGNADOS I (publicación original con fecha 12/06/2011)


      La frase sonó original la primera vez que la empleé. No obstante, parecía demasiado obvia y al momento actual más parece implicar repetitividad y falta de originalidad. Pero es que sigue siendo igualmente obvia.

El mensaje anti-indignados debe resultar tan popular como un discurso falangista en un mitin abertxale, pero el caso es que algo huele a podrido en Dinamarca, como diría el shakesperiano príncipe danés. Lo de los manifiestos y reclamaciones del movimiento 11-M está muy bien, e incluso algunas de estas últimas tendrían bastante sentido –de no venir de quien vienen, claro-, pero hiede a cortina de humo. ¿Qué hay detrás de todo ello? ¿A qué intereses ha servidorealmente toda esta historia? Porque sí, lo de que ha surgido de forma espontánea y bla, bla, bla no lo cuestiono, pero se me representa la oportunidad que a alguien ha debido venirle como la lluvia al labrador agobiado por la sequía. Desde algún lugar en las alturas, ¿alguien ha movido los hilos para favorecer la protesta? Fácil. Y ojo, que para ello no es necesaria una intervención activa de fomento y apoyo directo. Puede favorecerse igualmente con una actitud pasiva, no haciendo nada que la perjudique e incluso con otras activas indirectas, tales como eliminar obstáculos y trabas. Ya saben…
Para responder a la pregunta, hay que atender a tres claves:
a)      ¿En qué momento ha hecho su aparición el movimiento?
b)      ¿A quién ha favorecido?
c)      ¿Quién lo ha apoyado?
En cuanto a lo primero, los indignados hacen su aparición en plena campaña electoral, en unas elecciones municipales marcadas por la grave crisis que atraviesa el Partido Socialista y en las cuales se augura el PP va a arrasar en las urnas. Sospechoso. ¿Por qué estas reacciones no se dan en situaciones de bonanza izquierdista?
OK, el movimiento ha surgido en el momento en que España atraviesa una grave crisis económica. El que haya coincidido con lo otro es una circunstancia meramente puntual. Puede ser. No entraremos a discutirlo pues.
En cuanto a lo segundo, ¿a quién ha favorecido todo esto? La cosa resulta muy evidente: al PSOE, por supuesto. Analicemos el tema:  tanto PSOE como PP cuentan con un núcleo irreductible de electores que, pase lo que pase, van a votar a sus candidatos. Esos no se van a ver alterados pues. Al margen de éstos, existe un volumen de aquéllos amplio e indefinido susceptible de oscilar a izquierda o derecha según las circunstancias, tal y como lo hizo en las primeras elecciones generales ganadas por Zapatero, cuando masivamente se desplazó hacia el Partido Socialista como reacción a los atentados del 11-M. Ese era el contingente influenciable y sobre el que cabía pues actuación.
El PSOE, azotado y desgastado por la crisis económica, no podía reclamar ese voto para sí. Bastante tenía con conservar el de sus incondicionales. Se preveía en cambio desplazamiento del mismo hacia la derecha. La mayor prioridad pues, consistía en evitar tal desplazamiento en la mayor medida posible.
Y aquí es donde entran los indignados. Con su petición de “no votar a los de siempre”, ¿a quién castigaban? A los socialistas no, desde luego. Su mensaje no iba a calar en los incondicionales de las dos fuerzas políticas mayoritarias. Como ya hemos apuntado, los núcleos duros de PSOE y PP van a votar a su partido pase lo que pase. El llamamiento del movimiento pues, estaba dirigido a afectar a ese contingente indefinido y oscilante. El Partido Socialista, azotado y desgastado por la crisis, no podía esperar atraerlo hacia sí. El interés prioritario, ya que no se podía conseguir ello, pasaba por evitar, en la medida de lo posible, el desplazamiento del mismo hacia el Partido Popular. Me siguen ¿no?
El movimiento 11-M vino, ya dije, como agua de lluvia para el labrador en plena sequía. Su reclamación cumplía perfectamente ese objetivo. A ellos no les dañaba, pues ese voto indefinido ya era cosa perdida. En cambio, sí podía contribuir a evitar que fuese ganado por el PP.
Pues bien, parece que la cosa ha resultado. El PP ha arrasado, sí, pero, como bien se apresuran a apuntar los dirigentes socialistas, más que un aumento en la representación de los populares, se ha dado una pérdida en la propia. Los de Rajoy tienen lo mismo que tenían hace cuatro años más o menos. Poco más. Los socialistas han retrocedido, sí, pero ellos tampoco han avanzado todo lo que hubiera cabido esperar. De alguna manera, se ha neutralizado el desplazamiento del voto oscilante hacia la derecha. ¿Algo que ver la influencia del movimiento 11-M y los indignados? Parece probable, ¿no? Porque el éxito del mismo, como se ha explicado, favorecía al PSOE y perjudicaba al PP. Si negamos que haya tenido éxito y ayudado al PSOE, deberemos aceptar entonces que fracasó. Y con todo el ruido que han hecho, muy ingenuo o hipócrita habría que ser para afirmar que fue eso lo que ocurrió y negar el éxito del movimiento.
Finalmente, queda la tercera cuestión. Es decir, la de los apoyos que ha recibido. Ahí no hay mucho que explicar. En general, los indignados han sido merecedores de las simpatías socialistas. Aquí, en Alicante, fueron alentados sin disimulo y públicamente por la candidata a la alcaldía. Especialmente aleccionador resultó ver a mi ex profesor de Derecho Constitucional, diputado más joven de España por el Partido Comunista allá por la transición, subido al podio para “adoctrinar al pueblo”. Ese que, unido, jamás será vencido. Ya saben. Viendo “La Noria” las últimas dos semanas –sí, reconozco que la veo-, pudimos presenciar el reparto de posturas. A la izquierda, los inefables Enric Sopena, Maria Antonia Iglesias y compañía en decidido apoyo del movimiento. Enfrente, Isabel Durán, Antonio Rojo y el resto del abanderado del Diablo -que para  los de enfrente son poco menos que los mariscales del mismísimo pedro Botero-, en detracción. Excepción gratísima la de Pilar Raola, la cual, contra todo pronóstico, se  posicionó en contra de las formas -que no del contenido- del movimiento. Y es que esta mujer vale mucho. Aun situándome generalmente en las antípodas de su pensamiento político, a menudo he de quitarme el sombrero ante ella al escucharla hablar. Se compartan o no sus opiniones, a menudo la coherencia de las mismas es abrumadoramente contundente.
En fin, acabaremos hoy aquí el repaso a los llamados indignados. Otro día iremos con el contenido de sus reivindicaciones.
Saludos.