El mensaje anti-indignados debe resultar tan popular como un discurso
falangista en un mitin abertxale, pero el caso es que algo huele a
podrido en Dinamarca, como diría el shakesperiano príncipe danés. Lo de
los manifiestos y reclamaciones del movimiento 11-M está muy bien, e
incluso algunas de estas últimas tendrían bastante sentido –de no venir
de quien vienen, claro-, pero hiede a cortina de humo. ¿Qué hay detrás
de todo ello? ¿A qué intereses ha servidorealmente toda esta historia?
Porque sí, lo de que ha surgido de forma espontánea y bla, bla, bla no
lo cuestiono, pero se me representa la oportunidad que a alguien ha
debido venirle como la lluvia al labrador agobiado por la sequía. Desde
algún lugar en las alturas, ¿alguien ha movido los hilos para favorecer
la protesta? Fácil. Y ojo, que para ello no es necesaria una
intervención activa de fomento y apoyo directo. Puede favorecerse
igualmente con una actitud pasiva, no haciendo nada que la perjudique e
incluso con otras activas indirectas, tales como eliminar obstáculos y
trabas. Ya saben…
Para responder a la pregunta, hay que atender a tres claves:
a) ¿En qué momento ha hecho su aparición el movimiento?
b) ¿A quién ha favorecido?
c) ¿Quién lo ha apoyado?
En cuanto a lo primero, los
indignados hacen su aparición en plena campaña electoral, en unas
elecciones municipales marcadas por la grave crisis que atraviesa el
Partido Socialista y en las cuales se augura el PP va a arrasar en las
urnas. Sospechoso. ¿Por qué estas reacciones no se dan en situaciones de
bonanza izquierdista?
OK, el movimiento ha surgido en el momento en que España atraviesa una
grave crisis económica. El que haya coincidido con lo otro es una
circunstancia meramente puntual. Puede ser. No entraremos a discutirlo
pues.
En cuanto a lo segundo, ¿a quién ha favorecido todo esto? La cosa resulta muy evidente: al PSOE, por supuesto. Analicemos el tema: tanto
PSOE como PP cuentan con un núcleo irreductible de electores que, pase
lo que pase, van a votar a sus candidatos. Esos no se van a ver
alterados pues. Al margen de éstos, existe un volumen de aquéllos amplio
e indefinido susceptible de oscilar a izquierda o derecha según las
circunstancias, tal y como lo hizo en las primeras elecciones generales
ganadas por Zapatero, cuando masivamente se desplazó hacia el Partido
Socialista como reacción a los atentados del 11-M. Ese era el
contingente influenciable y sobre el que cabía pues actuación.
El PSOE, azotado y desgastado por la crisis económica, no podía reclamar
ese voto para sí. Bastante tenía con conservar el de sus
incondicionales. Se preveía en cambio desplazamiento del mismo hacia la
derecha. La mayor prioridad pues, consistía en evitar tal
desplazamiento en la mayor medida posible.
Y aquí es donde entran los indignados. Con su petición de “no votar a los de siempre”, ¿a
quién castigaban? A los socialistas no, desde luego. Su mensaje no iba a
calar en los incondicionales de las dos fuerzas políticas mayoritarias.
Como ya hemos apuntado, los núcleos duros de PSOE y PP van a votar a su
partido pase lo que pase. El llamamiento del movimiento pues, estaba
dirigido a afectar a ese contingente indefinido y oscilante. El Partido
Socialista, azotado y desgastado por la crisis, no podía esperar
atraerlo hacia sí. El interés prioritario, ya que no se podía conseguir
ello, pasaba por evitar, en la medida de lo posible, el desplazamiento
del mismo hacia el Partido Popular. Me siguen ¿no?
El movimiento 11-M vino, ya dije, como agua de lluvia para el labrador en plena sequía. Su
reclamación cumplía perfectamente ese objetivo. A ellos no les dañaba,
pues ese voto indefinido ya era cosa perdida. En cambio, sí podía
contribuir a evitar que fuese ganado por el PP.
Pues bien, parece que la cosa ha resultado. El PP ha arrasado, sí, pero,
como bien se apresuran a apuntar los dirigentes socialistas, más que un
aumento en la representación de los populares, se ha dado una pérdida
en la propia. Los de Rajoy tienen lo mismo que tenían hace cuatro años
más o menos. Poco más. Los socialistas han retrocedido, sí, pero ellos
tampoco han avanzado todo lo que hubiera cabido esperar. De alguna
manera, se ha neutralizado el desplazamiento del voto oscilante hacia la
derecha. ¿Algo que ver la influencia del movimiento 11-M y los
indignados? Parece probable, ¿no? Porque el éxito del mismo, como se ha
explicado, favorecía al PSOE y perjudicaba al PP. Si negamos que haya
tenido éxito y ayudado al PSOE, deberemos aceptar entonces que fracasó. Y
con todo el ruido que han hecho, muy ingenuo o hipócrita habría que ser
para afirmar que fue eso lo que ocurrió y negar el éxito del
movimiento.
Finalmente, queda la tercera cuestión. Es decir, la de los apoyos
que ha recibido. Ahí no hay mucho que explicar. En general, los
indignados han sido merecedores de las simpatías socialistas. Aquí, en
Alicante, fueron alentados sin disimulo y públicamente por la candidata a
la alcaldía. Especialmente aleccionador resultó ver a mi ex profesor de
Derecho Constitucional, diputado más joven de España por el Partido
Comunista allá por la transición, subido al podio para “adoctrinar al
pueblo”. Ese que, unido, jamás será vencido. Ya saben. Viendo “La Noria”
las últimas dos semanas –sí, reconozco que la veo-, pudimos presenciar
el reparto de posturas. A la izquierda, los inefables Enric Sopena,
Maria Antonia Iglesias y compañía en decidido apoyo del movimiento.
Enfrente, Isabel Durán, Antonio Rojo y el resto del abanderado del
Diablo -que para los de
enfrente son poco menos que los mariscales del mismísimo pedro Botero-,
en detracción. Excepción gratísima la de Pilar Raola, la cual, contra
todo pronóstico, se posicionó
en contra de las formas -que no del contenido- del movimiento. Y es que
esta mujer vale mucho. Aun situándome generalmente en las antípodas de
su pensamiento político, a menudo he de quitarme el sombrero ante ella
al escucharla hablar. Se compartan o no sus opiniones, a menudo la
coherencia de las mismas es abrumadoramente contundente.
En fin, acabaremos hoy aquí el repaso a los llamados indignados. Otro día iremos con el contenido de sus reivindicaciones.
Saludos.
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