sábado, 24 de junio de 2017

SOBRE LA TAUROMAQUIA. TAURINOS Y ANTITAURINOS, ARTE O TORTURA


 
Este artículo va a disgustar a muchos, tanto taurinos como animalistas, vaya el aviso por delante. La razón no suele estar casi nunca en los extremos, sino en las posturas más moderadas. Las cosas no son blancas ni negras, sino de un tono intermedio y siendo el espectro de grises amplísimo.

Soy antitaurino de derechas. Convencido antitaurino y convencido derechista, aunque mi opinión es rica en matices y no comulga con talibanes de ningún bando. No me alegro ni me alegraré nunca de la muerte de un torero  por el mero hecho de serlo –Dios me libre-, pero tampoco puedo decir que me entristezca. Explicaré ambas afirmaciones, y quien tenga al menos dos dedos de frente, entenderá mi explicación y la respetará.

No valoro más la vida animal que la humana. En principio, la de una persona es y tiene que ser más importante que la de cualquier bestia. En principio. No obstante, esa situación de partida puede variar dependiendo de los actos de aquella. La vida de un criminal comunista no me importa más que la de un perro o un ciervo, por ejemplo. El torero es alguien que, por dinero y/o afición, tortura animales hasta la muerte para diversión de otros. Eso comienza a inclinar la balanza en contra suya.

Hay grados, ya hablábamos dos párrafos atrás de las diferentes tonalidades de gris. Pienso que el matador no es un ser equiparable, por ejemplo, al mal nacido aquél que subió unos videos martirizando atrozmente y hasta la muerte a unos indefensos cachorritos de perro por el puro deleite de recrearse en su sufrimiento. El matador disfruta con lo que hace, pero no por ese motivo. Él está convencido de que su acto no implica ninguna maldad intrínseca, a diferencia de aquél, que concibe plenamente como malvados sus actos –en ello radica su disfrute precisamente-. Hoy en día, más del 60 % de la población se declara antitaurina, quedando el treinta y tantos restante repartido entre taurinos y quienes no se pronuncian. No obstante, ello no ha sido siempre así. Cuando yo era chaval, el porcentaje era a la inversa, siendo yo uno de los dos únicos antitaurinos de la pandilla con la que andaba. Antes todavía, la práctica totalidad de los españoles, incluyendo por tanto y necesidad a los padres y/o abuelos de los actuales activistas contra la tauromaquia, debía ser partidaria de ésta, muy probablemente siendo inexistente entonces la preocupación por el sufrimiento de los toros y la conciencia de necesidad de su defensa. ¿Significa ello que los españoles de antes de la segunda mitad del siglo XX eran todos o en su inmensa mayoría malvados? Resulta absurda tal consideración. Igualmente, no podemos pensar que hoy día sean malvados los taurinos y toreros actuales. Hay que considerar en cambio, que las personas somos, muy a menudo, el producto del ambiente en que crecimos y las influencias que a través de éste absorbimos. Aquel cuyo nacimiento ocurra y/o su infancia y adolescencia transcurra en un ambiente taurino, fácilmente interiorizará todo ello. Antaño el mismo resultó mayoritario y por eso la población española también fue mayoritariamente taurina. En las últimas décadas, gracias a Dios, ese ámbito se ha visto reducido progresivamente y en una tendencia irreversible, resultando muy minoritario, y cada vez menos, en la actualidad el segmento de aquélla que se declara seguidora de la Fiesta. No obstante, sigue existiendo un reducto poblacional partidario de ella, y quien nazca y/o crezca entre gente integrada en él, fácilmente acabará desarrollando afición por las corridas, sin que ello signifique necesariamente que se trate de individuos malvados. No es el mismo caso que el del torturador y asesino de cachorritos, el cual, sin haber tenido –normalmente- ningún ejemplo ni referente que le inculcara esas cosas, ha desarrollado una inclinación a disfrutar con el sufrimiento de otros seres vivos basada en la pura crueldad, que es el único condicionante que le lleva a hacer lo que hace.

No es por tanto el torero alguien de maldad intrínseca, sino tan sólo un individuo al que sus condicionantes culturales han llevado a ser lo que es. Si un perro se revolviese y matase a un sádico como el que hemos hablado, yo me alegraría y aplaudiría su muerte, y hasta bailaría sobre su tumba, como decía Siniestro Total en aquella vieja canción, pero el caso del matador no es el mismo. Él no actúa por maldad, tan sólo hace lo que ha aprendido en el ambiente en que se ha criado y sin concebirlo como algo malvado. No resulta tolerable alegrarse pues de su muerte, ni  muchísimo menos del sufrimiento que ésta provoca en sus familiares. Quien sea capaz de sentir o hacer algo así, es un enfermo y necesita ayuda.

 Sin embargo y aun teniendo esto en cuenta, también el del traje de luces r es alguien que hace algo que odio. ¿Cómo podría entristecerme la muerte de quien se dedica con pasión a algo que detesto y desprecio con todas mis fuerzas, y al que considero un asesino y torturador? Sería un ejercicio de hipocresía decir que lo hago, y nadie puede exigirme que me conduela de la desgracia de quien considero mi enemigo. Lo único que puede exigírseme es que no me alegre de ella y que respete el dolor de su familia, y con eso estoy de acuerdo  y cumplo.

En este punto hay que hacer una aclaración. Los taurinos acusan a los antitaurinos de insultar a los profesionales de la plaza cuando los llaman asesinos y torturadores. No es así. A ellos les puede parecer al entender un arte lo que hacen éstos, pero el caso es que los antitaurinos no lo entendemos igual. Para nosotros, alguien que tortura y mata por diversión o dinero es un criminal, no un artista. Que le llamemos asesino y torturador es una acusación, no un insulto. Que se defienda o le defiendan de ella si puede/n.

No obstante todo lo explicado anteriormente, y aquí es donde comenzarían a echar chispas los animalistas, yo no aboliría las corridas de toros. Antes de explicar esto, quiero puntualizar que yo soy defensor de los animales, pero no animalista. Aquéllos dirían que es lo mismo. Igual que las feministas, en su fanatismo, piensan que sólo ellas son las defensoras de las mujeres y que, por tanto, cualquiera que se diga defensor de éstas debe ser feminista, estos hacen lo propio en materia de defensa animal. Yo sin embargo, establezco una seria diferenciación, con base, entre otros, en los siguientes puntos:

a)        El mencionado fanatismo. Un defensor de los animales los ampara conforme le dicta su propio y personal código moral. El animalista en cambio, acepta una serie de dogmas establecidos por otros y en los que se fundan los movimientos y partidos del tipo, irritándose con quien los contradice. Incluso los veganos que hay entre ellos, que son muchos (de hecho, el veganismo está íntimamente relacionado con el animalismo), desprecian frecuentemente a los animalistas no veganos.


b)        Deriva  izquierdista. Un defensor de los animales defiende a éstos. Punto. Puede ser de solicialista, pepero, comunista, fascista… Los animalistas en cambio, por más que se digan apolíticos, tienen una importante afinidad con la extrema izquierda. Sólo hay que darse una vuelta por sus grupos de Facebook para ver por dónde van los tiros, qué tipo de líderes y partidos son principales objetivos de sus comentarios despectivos, a qué ideología se adhieren normalmente sus moderadores y administradores, qué tipo de partidos intentan acercarse a ellos, sus métodos activistas…

 
c)        Defensa de los animales es lo que ellos dicen y punto. Si piensas que algo su dogma considera maltrato animal no lo es, serás acreedor del rechazo y desprecio general, y seguramente tomado por troll.

d)     Cualquier actividad de entretenimiento humano en la que participen animales implica maltrato de éstos. La utilización de animales para estos fines, sin necesidad de más argumentos ni  consideraciones, es considerada así.


Es posible que algún animalista que pueda leer esto afirme convencido que no es cierto, pero lo es. He andado mucho tiempo por sus grupos (no como troll, recuérdese que soy defensor de los animales), siendo objeto de ataques e insultos por decir cosas como las que vais a leer a continuación. En defensa suya, hay que admitir, por un lado, que también los hay compresivos y razonables, pero son los menos. Y en segundo, que lo mismo ocurre en cualquier otro colectivo, incluidos los grupos de derecha en los que también me muevo (no se olvidé que también soy derechista), en los cuales igualmente te haces acreedor de la ira y desprecio del general si no suscribes cada una de las palabras del dogma y contradices algo que ellos dan por supuesto debe sostener todo derechista que realmente lo sea, pasando a ser considerado infiltrado,  componente de las hordas podemitas que acechan disfrazadas, etc.


Como dije, pienso que las corridas no deberían desaparecer. Son un tesoro cultural, parte de una tradición milenaria que se remonta nada menos que a la legendaria Creta del no menos legendario Rey Minos. Es decir, casi al Neolítico. Allí los jóvenes aristócratas practicaban el ritual del Minotauro, que constituía una danza con la muerte en la cual muchachos y muchachas esquivaban las mortales embestidas del astado, al que reverenciaban y rendían culto, realizando ágiles acrobacias en un espectáculo de una gracia y estética sublimes. Otros de las polis griegas, entonces casi bárbaras todavía, acudían a la isla para permanecer en ella durante algunos años, en los cuales eran educados en su cultura, el ritual del Minotauro incluido –de ahí la leyenda del tributo ateniense y la de Teseo y Ariadna en relación con éste-. Cuando regresaban a sus lugares de procedencia –salvo los que perecían en estos lances, claro-, llevaban consigo lo aprendido y lo trasladaban a éstos. De esta manera Creta, cuna de la primera cultura europea, exportó exportó a la Grecia Arcaica a fin de establecer su influencia sobre el continente.


Ese ritual evolucionó a lo largo de casi 5000 años de historia para dar lugar a los actuales festejos taurinos, entre los cuales se cuentan las corridas, los correbous y los espectáculos de recortadores, siendo éstos últimos los herederos de aquél en su más pura esencia. Respecto de estos dos últimos, en ellos no se daña a los animales. Hablamos del espectáculo en sí, entiéndase, no de las condiciones de transporte, estancia, etc. Es cierto que a menudo éstas resultan deplorables, con los animales sufriendo sed, hambre, frío, calor… Ello no debería tolerarse, ni tampoco que se les arrojen objetos, se prenda fuego a sus cuernos, etc. Pero si estas actividades se regulases para impedir efectivamente que todo esto ocurra y garantizar que no sufran absolutamente ningún daño, ni por el espectáculo en sí, ni por las circunstancias que lo acompañan, entiendo que no habría motivo para oponerse a estos festejos, a los cuales, como he dicho, considero un tesoro cultural.

 
 Cuando dices esto, invariablemente, los animalistas te salen con aquello de que, aunque no les provoques daño físico, sufren ansiedad, estrés, miedo… Ese argumento resulta absurdo. Todos ellos sufren estas cosas, tanto los que participan en estas actividades, como los que no, vivan en libertad, domesticados o semidomesticados. Los gatos se estresan y asustan cada vez que un perro les ladra o un coche les pita al cruzar la calle. Los pájaros cuando ven a un gato aparecer. Los perros cuando oyen petardos o truenos… Eliminados completamente estos espectáculos, los toros quedarían en libertad, y allí se estresarían y asustarían ante las señales que anunciaran la cercanía de potenciales depredadores (aullidos de lobos, ladridos de perros, presencia de personas…). Al hacerles participar en ello, no se les añade ningún estrés, simplemente se sustituye el que sufriría de vivir libre por otro inherente a su vida semidoméstica. Por otro lado, parece muy probable que estas carreras resulten saludables para ellos y hasta se diviertan con ellas, pues con ellas participan en juegos en los cuales hacen ejercicio y desahogan su instinto natural de embestir. Igual que un perro disfruta cuando le das algo a morder y luego juegas a arrebatárselo o un gato cuando le haces correr detrás de un cordón de lana y pelear con él, resulta coherente suponer que el toro disfrutaría con esto. De hecho, se conoce el caso de un rinoceronte que, viviendo en un safari, jugaba a embestir a sus cuidadores, deteniéndose siempre antes de llegar a ellos para no hacerles daño. Los animales tienen un instinto, y hacerles jugar con él no puede ser nada malo. Todo lo contrario.


Pues bien, en este mismo contexto ubico yo las corridas de toros. Si se regulasen para eliminar de ellas los elementos de tortura (banderillas, pullazos…) y muerte del animal, así como para garantizar que las condiciones de estancia y transporte son las ideales para garantizar que no sufre padecimiento alguno, yo pasaría de ser antitaurino a defender las corridas, considerándolas un tesoro cultural como los correous o los espectáculos de recortadores, y los animalistas a considerarme su enemigo. De hecho, muchos de los que lean este artículo lo  harán ya. Y además es que ello supone la única vía de supervivencia para la Fiesta. La tendencia es clara e irreversible. En tan sólo tres décadas, hemos pasado de una  mayoría de población taurina a otra de mayoría antitaurina, aumentando esta continua y progresivamente. No se puede ir contra los tiempos. Hoy día y cada vez más, afortunadamente, la gente está concienciada en la importancia de la defensa de los animales. Si la Fiesta no evoluciona para adaptarse a aquéllos, la Fiesta estará condenada. En tan sólo unos cuantos años más (20, 30…), habrá desaparecido para siempre.

6 comentarios:

  1. Hola señor. El torero es un matador,nunca un asesino pues no comete homicidio ninguno. Saludos.

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    1. Todo depende de la perspectiva desde la que se mire el asunto. Si para ti la vida animal no es algo importante, no considerarás a quien la arrebate por diversión un asesino, claro. Si, en cambio, piensas que es algo, no tan importante como la vida humana, pero mucho también y que debe protegerse, sí lo pensarás.

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  2. La avispa asesina (vespa velutina) lo es aunque no mate humanos, la ballena asesina (orcinus orca) también lo es a pesar de no matar humanos.
    Esa idea (que por supuesto no es suya) está avalada por un grupo de abogados que se dedican al "matonismo judicial" (me encanta el concepto) y que están inundando los juzgados con denuncias absurdas con la intención de hacerse ricos.
    Y por cierto matador y asesino son prácticamente sinónimos.

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  3. Soy animalista, vegetariana, extremadamente tolerante y de izquierdas. Cualquier diversión basada en el abuso sobre un ser en inferioridad de condiciones, es aberrante.
    El miedo, el terror, son sensaciones aún más terribles que el propio dolor. Haga usted, si su creatividad se lo permite, el ejercicio de intentar meterse en la piel de un toro, en cualquiera de las situaciones bellas que usted expresa.
    Usted es el intolerante de derechas, que se siente por encima de cualquier ser vivo, usted es el que afirma ser superior......., quizá por su inteligencia?. Quizá su inteligencia no le dicta actuaciones lúdicas más divertidas y extremadamente más plásticas que amedrentar a un animal?.
    Rituales, mitos, dioses......., están muy bien, forman parte de la historia y leídos desde el lado de la inteligencia, deberían potenciar la evolución. Señor mío, estamos inmersos en el siglo XXI.
    Yo misma puedo saltar de un susto, con un simple portazo; pero se imagina el estado de miedo y angustia, si varios desconocidos por la fuerza, me hacen atravesar según que puerta?.
    Por este orden, primero el miedo y después el dolor y cuando este llega, casi siempre se ha sentido aunque aún no se haya producido.
    No obstante, me congratula que usted sea antitaurino y que llame a los toreros por su nombre. A mí, amante de la vida, no me agrada que perezca nada con ella; pero si tengo que valorar (y tampoco me gusta), me causa más pena que un albañil caiga de un andamio, que un bombero perezca en un incendio,........

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    1. No aceptas opiniones ajenas aunque intenten ser conciliaoras y te den la razón en parte, y piensas que sólo quienes piensan como tú tienen razón. Tu tolerancia es evidente. Ahora, ¿podrías señalar que parte de mi artículo concretamente demuestra falta de tolerancia para con las opiniones ajenas, por favor?

      Quedo por otro lado a la espera de tus argumentos rebatiendo los míos, porque lo único que has hecho en tu mensaje es repetir los que rebatí yo. Si dices "en ese recipiente no puedes meter más de un litro de agua porque es capacidad máxima"; yo te contesto "si puedes, pues está hecha de material elástico y da de sí"; no deberías repetirme como un mantra lo primeramente afirmado por ti ("en ese recipiente no puedes meter más de un litro de agua porque es capacidad máxima"), pues hacerlo significa reconocer que no tienes más argumentos y, por tanto, la razón del otro.

      Me parece muy bien que seas animalista, vegetariana y de izquierdas, pero te falta trabajar lo de la tolerancia. Si buscas el significado de la palabra en el diccionario, verás que tiene poco que ver con lo que tú has demostrado en tu comentario. Precisamente, es justo lo contrario.

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    2. A ver, idiota, te respondo años después porque no caí en un matiz de tu respuesta: ¿tú te diste cuenta de que mi artículo era en contra de la tauromaquia y en defensa de los animales? ¿Te paraste a leerlo o simplemente pensaste que por ser de derechas tengo que ser taurino? Al final, los fanáticos sois todos iguales, sea cual sea la causa en nombre de la cual ejercéis vuestra intolerancia. Puro prejuicio y vacío intelectual.

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